Melocotones

El día para Natalia no termina en lo que llega a su casa luego de salir del trabajo. Más bien, el inicio del final del día –por llamarlo de alguna manera- ocurre en lo que abre la puerta de su casa a eso de las 9 y media, luego de más de una hora de cola en la Prados del Este. Marianella e Ignacio van rápido a la puerta a abrazar y besar a su mamá. Bueno, eso es lo ideal; ya que en ciertas ocasiones Ignacio, el menor, siempre llega con quejas del maltrato (coscorrones, terrorismo sicológico y demás) que le propina su hermana, la “chupetica de ajo” de Marianella.

Luego de la recepción brindada por sus hijos, Natalia mete en el microondas la cena hecha un par de horas antes por Meche, la muchacha de servicio del apartamento. Juan Andrés, su marido, le hace la misma pregunta de siempre: «¿Cómo te fue gorda? » A lo que Natalia responde con un «Chévere, mi amor, sin ninguna novedad», imitando con gracia el altisonante vocabulario policial. Natalia aborrece la rutina, y por ello siempre ejecuta maniobras –en apariencia estériles- para lograr su cometido.

Terminada la cena, se dirige al cuarto de sus hijos y ahí es donde empieza lo bueno. Que si prepararles el bulto y la ropa que se pondrán el día siguiente. Que si ordenarles el cuarto al mismo tiempo en que los regaña por el desorden. Que si acostarlos y arroparlos, y apagarles la luz, y darles la bendición con un besito en la frente.

Luego de esta “batalla campal” con sus hijos, viene el último ring con su maridito. Juan Andrés acostadísimo en el sofá viendo la tele e invitando sin éxito –como siempre- a que su esposa lo acompañe a ver el juego:
- Gorda, vente pa’ ligar al Magallanes… Anda chica mira que los caraquistas nos están dando paliza… Anda no seas así…
- No Juanchi…-lo rechaza amablemente-. Yo me voy al cuarto para ver Globovisión… Mira que Kiko está comiquísimo con ese chalequeo que le tiene aplicado a la pendeja de Carla…Además, estoy que no aguanto…
- Uy gorda, no me digas eso que me emocionas… Mira que esa era tu frase favorita cuando íbamos pa’ l (Motel) Orquídea… ¿Te acuerdas? – le pregunta con picardía-.
- ¡Ay ya Juan Andrés! –le responde con un tono más producto del agotamiento que de cualquier otra cosa que le produjese ese flashback erótico-. Quédate viendo tu juego tranquilo que yo me voy pa’l cuarto…

Aunque Natalia estuviese toda noqueada de esas intensas jornadas de trabajo-crianza de niños-crianza de marido, siempre terminaba acostándose tardísimo. La madrugada era, a la vez, inicio y final para la inagotable Natalia, que salía ahora del cuarto a la cocina en busca de un vaso de agua que le refrescara la sed de descanso. Y aunque lo usual era que después de consumido el vaso se fuera directo a la cama a acostarse, esta noche no sería la misma, pues había recordado que la semana pasada había comprado en el supermercado una lata inmensa de melocotones en almíbar: todo un sacrilegio para la dieta que recién comenzaba.

Sin embargo no lo pensó mucho y buscó el abrelatas que estaba en la segunda gaveta del lado derecho de la cocina. Lo tomó con firmeza admirando el brillo plateado de la lámina cortadora. El preámbulo de un crimen. Puso la pesada lata sobre el lavaplatos e hincó con fuerza la lámina resplandeciente del abrelatas. Lentamente le fue dando vueltas a la manilla mientras desde adentro relucía el brillo de ese mar de almíbar donde nadaban los obesos melocotones. Abierta ya completamente la tapa de la lata, tomó un tenedor de la primera gaveta del lado derecho de la cocina, y con una puntería abrumadora atravesó uno de los melocotones. Lo sacó de la lata mientras el almíbar descendía de la circunferencia amarillenta y caía en el fondo metálico del lavaplatos. Se llevó el melocotón a la boca y el propinó un mordisco salvaje: un bocado que excitó toda su boca produciéndole una eyaculación de saliva. Saboreó la fruta del pecado y sonrió. La sonrisa absoluta. La satisfacción del depredador. Un depredador frugívoro que finalmente, luego de ingestada la presa, se recostó en su lecho de sábanas blancas.

Comentarios

Victor... Pensé que te iba a ver ayer..

Quería decirte en persona que Jimmy me tuvo riendo una hora, y que estos melocotones están lindísimos.

Saludos
Anónimo dijo…
Cuantas mujeres hemos vivido esta experiencia?

Melocotones,helado de Ron Pasa, Nutella,Quesillos y pare de contar

o quizás sea una obra de teatro, un concierto de Alexis Cardenas, una clase de yoga, en fin...

Gracias Victor por tus melocotones

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