Las noches de los viernes


Esta noche me acompañan el frío, una copa de vino y la pantalla de la computadora que ilumina la triste sala de mi apartamento. Y aunque pudiera decirse que estoy rodeado de otros objetos, creo que estas tres cosas son las que auténticamente me hacen compañía. Por un lado este frío que entra por mi balcón y que se ha alojado en la sala aunque ya haya cerrado las ventanas. Esta copa de vino que tengo a la derecha del mouse y que apaga este sabor amargo que tengo en mi garganta. Y por último la computadora, que es la que hace posible que me desahogue en letras; en letras que a pesar de que reposen sobre una hoja virtual de Microsoft Word, son bastante reales, son dolorosamente reales. No sé que es lo que tienen estas noches de los viernes que me hacen sentir así. Ya se me está haciendo sospechosamente habitual esto de sentarme frente al monitor, recorrer con mis dedos el teclado, beber sorbos de un malbec, escribir sin importar cuántas horas le haya robado a la noche. No sé que es lo que tienen estas noches de los viernes pero, luego que termino de escribir, me siento bien. Me atrevería a decir que es ese momento de tranquilidad que algunos llaman felicidad. Aunque la verdad no me considero tan optimista. Creo que es sólo eso: un momento de serenidad que se me hace imprescindible cuando termina la semana. Cuando termina el estrés de estas cinco jornadas caraqueñas. Mientras otros salen, beben algo, se fuman un porro o salen a tirar con sus novias, yo prefiero esto de sentarme frente al computador y escribir. Sólo eso. Ese acto tan cobarde de escudarme ante palabras. Ese acto de vencer la tiranía intermitente del cursor que, con su sincronizada perseverancia, nos recuerda que el ritmo de la vida sigue inexorablemente. Que todo esto que escribo, continuará, pase lo que pase…

Comentarios

A veces, en esos momentos, uno está realmetne acompañado de uno mismo.
Minos dijo…
si publicaras un libro, yo sería uno de los primeros en comprarlo.

Muy sincero tu escrito. No pierdes el don.
Oye Minos, ¡muchísimas gracias! Nunca esperé que uno de esos escritos engendrados en esas noches solitarias me produjera comentarios que me hicieran sentir tan bien como el tuyo.

Un abrazo
_WolfStrife_ dijo…
Gran final. Está allí el verdadero optimista. Que optimismo Dr. Marín. Optimismo que revela un poco de coraje. No le envidio eso, pero si la honestidad con la que afronta la noche dionisiaca por excelencia.

Un abrazo.
Naky Soto Parra dijo…
Mi buen amigo:
A ratos son unas combinaciones tan requetemágicas que se nos hacen rituales imprescindibles. No son escudos las palabras Víctor, muy por el contrario, son canales, no te escondes con ellas, te posibilitas a aquellos que venimos a leerte, no se está solo si en la medida de tu creación te imaginas compartiendo esas líneas con otros...

Un abrazo para mitigar el frío,
Mamútica dijo…
Sabes niño, leerte para mi es motivo de orgullo, creo que en mi primer comentario te hice saber, cuánto me agrada encontrar en una persona tan joven como tú, tanta inspiración y madurez .... sin conocerte siquiera has sido tema de algunas conversaciones... te pongo como ejemplo cada vez que puedo y se que asi como tú hay muchos chicos que brillan con sus propias luces ...
Creo que no te escondes tras tus letras, todo lo contrario con ellas dejas salir toda tu esencia y nos las regalas con cada escrito!!!!
Ah y en serio que me gusto la musica de la Winehouse desde que te segui pues no he dejado de escucharla ...gracias !!!!!
TANIA NIETO dijo…
"Ese acto de vencer la tiranía intermitente del cursor que, con su sincronizada perseverancia, nos recuerda que el ritmo de la vida sigue inexorablemente". Por esto seguiré leyéndote, si alguien le puede dar sentido al aparecer y desaparecer constante del cursor, si alguien lo detalló merece ser leído. Más saludos
Muchas gracias por tus comentarios Tania. Como dije en el primer comentario que escribí de esto: nunca pensé que una noche tan solitaria me trajera tantas satisfacciones como la que tú has escrito.

un abrazo

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