Las primeras citas: una disertación


Una vez escuché en un programa de radio que en las primeras citas uno no llega realmente a conocer a esa otra persona con la que se sale, uno conoce a su “agente”, es decir, una especie de personaje que se encarga de “venderse” con sus mejores cualidades. Uno trata de impresionar al otro, uno trata de ser efectista, habiendo siempre para ello espacio para la exageración, o lo que es aún peor: la mentira.

Ahora bien, la gravedad de todo esto radica en que, durante esa primera cita, uno puede terminar enamorando a esa otra persona con ese personaje que uno ha montado. Y, muchas veces, uno también puede llegar a enamorarse de la versión exagerada de esa otra persona. Si la primera cita puede ser el comienzo de una bonita historia de amor, entonces será el de una buena historia de ficción. ¿Acaso no será ésa una de las tantas razones por la que las relaciones no terminan en buen puerto? ¿Acaso lo que empieza mal no termina irremediablemente de la misma forma?

¿Entonces quiere decir que uno debería “ser uno mismo” en la primera cita? Tampoco creo que tenga mucho sentido ser totalmente transparente y contar todo cuando uno empieza a conocer a alguien. Siempre hay que dejar espacio para la curiosidad, para la intriga. A fin de cuentas, las citas no son más que un “juego de seducción” -Gustavo Cerati dixit. Lo difícil está en saber diferenciar el misterio de la ilusión, el enigma de la imaginación. La clave, en mi ingenua opinión, está en no caer en la tentación de la mentira. Pero no es fácil. ¿Cuántas veces no hemos recurrido a ella tratando de buscar la atención de esa otra persona que nos gusta?

Porque también cabría preguntarse cuánto de ilusión hay en el amor, cuánto de fantasía hay en una relación. ¿Cuántas veces uno no se ha enamorado de la idea de estar enamorado?

Toda esta reflexión surgió cuando vi a una pareja almorzando en un restaurante. Parecía que estuviesen saliendo por primera vez. Era como si todo estuviese calculado. La forma en que hablaban; la timidez de ella, la cautela de él. La forma en que él tomaba la servilleta, la manera como ella tomaba la copa de vino. Si en efecto llegaran a salir más adelante, ¿seguirán haciendo lo mismo?, ¿seguirán haciendo esa coreografía de la diplomacia –que no es más que un disfraz elegante de la mentira? ¿O, por el contrario, con el pasar del tiempo él ya no pedirá un syrah para impresionarla, sino que pedirá una Coca-Cola que es lo que realmente quería tomar?

¿Por qué no se comienza aunque sea con un poquito de sinceridad?

¿Acaso el amor, el sentimiento más poderoso de este mundo, no debiera ser auténtico?

Y lo pregunto porque en estos días casualmente hablaba con una prima de esto. Ella lleva 12 años casada con quien fuera su mejor amigo. Y supo que quería casarse con él luego de un viaje que hicieron con un grupo de amigos de la universidad a Choroní. Ellos nunca fueron novios, pero llevaban mucho tiempo conociéndose. Ese viaje terminó siendo la confirmación de que él era el hombre de su vida. “Es que nos la llevábamos demasiado bien. Casi nunca peleábamos. Había como un feeling que era mucho más intenso que el que hay entre dos personas que son sólo amigos, ¿sabes? Y él siempre se me mostró como lo que era. Y así lo quería. Allí estaba el hombre de mi vida: un chamo que primero fue mi amigo pero que, con el tiempo, se convirtió en un hombre a quien llegué a amar. ¿Tú no tienes una amiguita por ahí, y sales con ella y la pasas chévere pero que, muy dentro de ti, realmente no la ves como a una amiga?”

La pregunta me dejó profundamente pensativo. Peor aún: la preguntica me dejó preocupado. ¡Claro que he tenido amigas así! ¡Por eso es que me pregunto todo esto! ¿Acaso son imprescindibles las citas para conocer a alguien? ¿Qué pasa cuando llevas conociendo toda la vida a alguien y con el tiempo eso que sientes por ella evoluciona hacia otra cosa? ¿El amor está prohibido para dos amigos que se conocen demasiado?

O es que el amor verdadero no se trata de conocer a alguien ni mucho, ni poco, ni demasiado, sino lo suficiente…

Comentarios

*Mari dijo…
Oh fuck! Leí esto en el momento menos preciso... o quizás es tan preciso el momento que quiero evadir la realidad...

Las primeras citas apestan, es la realidad... Es puro marketing, una especie de infomercial llevado a la vida real de dos personas... no me gustan...

Nice post...
eusucre dijo…
Es parecido a lo que he estado pensado ...

"Maybe love shouldn´t be seen like a fucking utopy..."
Carito dijo…
Ahora si me pones a dudar. Yo amo los comienzos, y en realidad esos implican las poses del principio, pero hay también un descubrir de lo real...Por otro lado, ahorita estoy justamente comenzando una relación con alguien que conozco desde hace muchísimos años y es muy diferente ese inicio, pues hay que quitarse la imagen de amigo para empezar a ver al hombre o la mujer que hay detrás! y al final ahí, puede que también hayan poses... En fin el marketing vende, pero la recompra sólo la logran las cualidades reales!
Carito dijo…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
A mí, eso de enamorarme de alguien luego de que tenemos años siendo amigos jamás en mi vida me ha pasado, para mí es inconcebible.

Yo me enamoro durante los primeros 30 seg de verle la cara al tipo, si en esos 30 seg no pasa nada, nada pasará, y no tiene que ver con la seducción (la cual considero una forma de estafa, odio los tipos seductores), tiene que ver, qué sé yo, con la "química", con la "predestinación", la verdad no lo sé.

Pero debe ser fascinante llegar a un punto romántico con una persona a la cual conoces bien.
Anónimo dijo…
Bróder. Usted ha dado en el clavo con acuciosa objetividad. Que bolas tiene usted, compañero, al armar maneras tan sencillas de diseccionar situaciones tan complejas. Está de más decirle, con aviso y sin protesto, que aunque diferamos (o difiramos, me doy cuenta que no se como se dice) en ciertas actitudes ante la vida, llamémosle ánimo o vision positivo/negativa de la guevonada, me identifico mucho con usted.
Y link inmediato pal blog mio de mí.

saludos bro.

Entradas populares