Viajando en ventana (palabras para un despechado)


En estos días la vida me regaló una conversación maravillosa en un avión. Lo peor de todo (¿o lo mejor?) fue que dicho diálogo lo sostuve con una persona que no conocía: una mujer que presumo estaría en la mitad de sus cuarenta y que hacía gala de un verbo contundente. Recreado con la ayuda de mi memoria, acá les va un recuento de lo que esa inteligente, determinante y aguda desconocida me dijo.

Ella (E): ¿Estás despechado? –soltó pocos minutos después de haber aterrizado.

Yo (Y): ¿Ah? -alcancé a decir, reaccionando con un dejo de desconcierto.

E: Que si estás despechado. Desde que nos sentamos no has dejado de mirar por la ventana. Y de mirar hacia la nada, como hacen los que están sufriendo del corazón.

Y: Sí, lo estoy…

E: ¿Hace cuánto te dejó?

Y: Dos semanas.

E: Uy, muy pronto todavía…

Y: Sí.

E: ¿Cómo la conociste?

Y: En Nueva York. Todo fue muy fortuito, pero muy intenso también. En fin, que también fue algo a distancia, tú sabes: complicado.

E: Claro, ¿eres músico? -dijo señalándome la biografía de Ravel que en ese momento me estaba leyendo.

Y: Sí, esta es la segunda que aciertas. Me sorprende y debo decir que también me inquieta un poco tu agudeza.

E: No es nada del otro mundo: sólo me doy cuenta de lo evidente –afirmó con una confianza intimidante.

Y: Supongo –respondí, asomando un poco de incomodidad.

E: Debes estar muy mal. Los artistas son muy intensos, se lo toman todo a pecho. Claro, lo necesitan para su arte. Sólo que a veces me parece que es demasiado, pero bueno, sácale provecho y haz algo: escribe una canción. Estoy segura que te quedará bellísima.

Y: ¿Y por qué estás tan segura de eso?

E: Por que eso es lo bueno de los despechos, que son catalizadores de grandes cosas. Después de caer tan bajo sólo puedes ir para arriba.

Y: A lo mejor, pero cuando te estás sintiendo como yo me estoy sintiendo, es difícil encontrarle sentido a lo que acabas de decir.

E: Claro, es que no es evidente en este momento. Pero ya verás, con el tiempo te darás cuenta que sí lo es.

Y: Eso espero…

E: Yo te digo algo, los mejores momentos de mi carrera los alcancé cuando estaba sola. No sé, hay algo en el amor, hay algo cuando quieres a alguien que no te deja desarrollarte con plenitud, que no te deja ser. Cuando quieres a alguien es como si una parte de ti se fuese con esa persona. Yo creo que eso es lo que más duele de los despechos: que esa parte que era de esa persona ya no lo es, y es como si se desvaneciera, y entonces te deja como incompleto. Por eso es que lo bueno de los despechos es que poco a poco vuelves a completarte. Lo que pasa es que eso duele, y mucho. Pero eso es todo.

Y: ¿Y ahora estás sola?

E: No, cosa que me tiene un poco inquieta, no vayas a creer, porque acabo de meterme en un nuevo proyecto: un negocio que voy a montar en Miami, que es donde lo conocí a él.

Y: ¿Y tú vives allá?

E: No, vivo en Caracas, pero me la paso allá. ¿Por cierto, tú qué vas a hacer en Miami?

Y: Voy a pasar unos días con mi hermana y su esposo.

E: ¿Emigró?

Y: Sí.

E: Qué bueno, yo nunca pude hacerlo. Siento que una parte de mí está y estará permanentemente conectada con Caracas, y no sé por qué. Por un momento me lo cuestioné, pero ahora lo acepto, tú sabes, esas cosas que te da la mal llamada “madurez”.

Y: Pero no suenas muy convencida…

E: Es que no termino de estarlo. Mira, yo he tenido la oportunidad de vivir en ciudades maravillosas como Madrid; Londres, donde fui a estudiar inglés; París, donde también estuve por unos meses. Últimamente he estado yendo y viniendo a Miami, pero a ella no la incluyo en ese grupo porque no es ni ciudad, ni maravillosa, el hecho es que nunca fui del todo feliz viviendo afuera. Sólo pude serlo volviendo a Caracas, cosa que no tiene sentido alguno, pero bueno… volvamos a lo tuyo, cuéntame más de ella, vamos, que así te desahogas y estoy segura que te sentirás mejor.

Y: No sé, no sé si me sentiría mejor hablando de ella en verdad.

E: ¿Por qué?

Y: Umm, es que si te soy sincero no te conozco como para estar hablándote de estas cosas…

E: Mejor todavía, no me conoces y lo más probable es que más nunca me volverás a ver: perfecto como para que me hables de estas cosas.

Y: Sí, ¿no?… De verdad que no sé cómo contradecirte. Bueno nada, que era hermosa, que era la chama más hermosa con la que he estado, y que la quise mucho, y que nunca le dije lo mucho que la quería. Eso creo que es lo más me duele de todo esto.

E: Pero esto todavía se lo puedes decir.

Y: Sí, claro, de hecho se lo dije, pero justo cuando ya era inútil.

E: Bueno, ya está, ya ella lo sabe. Y si la quisiste como me dices, entonces tienes que estar tranquilo.

Y: ¿Por qué?

E: Porque la quisiste y porque fue sincero. Yo he estado en muchas relaciones y me he arrepentido de muchas cosas, pero nunca me he arrepentido de querer a alguien. Esto que estás sintiendo ahora se te va a pasar, créeme, pero lo que siempre te quedará fue lo mucho que la quisiste y eso, nada, ni siquiera ella, te lo podrá quitar. Del resto, es cuestión de tiempo. Un día, cuando menos te lo esperes, vas a dejar de pensar en ella y vas a comenzar a querer a otra persona, ya está.

Y: Me imagino…

E: Tranquilo, sé que no me crees nada de lo que te estoy diciendo ahora, pero tengo razón y me la darás pronto.

Y: Espero.

E: Eso sí: que no se te olvide escribir una canción. Es en momentos como estos cuando ustedes los artistas pueden crear las cosas más bellas.

Y: Seguro…

Comentarios

Anónimo dijo…
Cuando crecemos el dulce que nos ofrecen algunos extraños es la sabiduría.
el despecho es lo peor que hay... sientes que estas en el foso y nada te saca de ahí... pero se sale, tarde o temprano...

Deberías agregar el link de twitter... quiero twittear tu articulo...
Hola Mariana,

Gracias por tus palabras.

Acá te paso un link corto para que lo twittees:

http://goo.gl/qegwP

un abrazo,

Victor

Entradas populares