Cuestionarios creativos: Héctor Torres


La obra escrita de Héctor Torres no sólo lo ha consagrado como una de las voces más caraqueñas en la literatura venezolana, sino que su labor en el portal Ficción Breve también lo ha catapultado como uno de sus militantes más comprometidos. Cuando me vine a vivir a Buenos Aires me traje un ejemplar de su magnífico libro de relatos “El regalo de Pandora”. Mientras leía algunas de las estupendas imágenes que Héctor logra construir en sus cuentos, sentí que por momentos lograba trasladarme a las calles de mi amada Caracas. Allí reside el mayor talento de Héctor: en una extraordinaria sensibilidad urbana que trasciende la palabra escrita.


 
¿Cuándo te diste cuenta que querías ser escritor?

Uno siempre comienza como un lector agradecido y apasionado. Algún día sientes el irrefrenable impulso de escribir una historia, imitando a alguno de tus héroes del momento. Me considero de vocación un tanto tardía. Ese momento ocurrió en mí en torno a los 25 años. En esa época escribí mi primer cuento. Una pésima e impúdica imitación del estilo de Borges. O de lo que me hechizaba del estilo de Borges. A partir de ahí, comencé a sentir con cada vez mayor frecuencia el impulso de escribir historias, profundamente influenciado por las lecturas de entonces: Borges, Stevenson, Papini, Kafka, Chéjov...

¿Hubo alguna persona (artista, profesor, familiar) que influyó en tu vocación creativa?

Muchísima gente influye en nosotros permanentemente. Por los más diversos aspectos. En la pasión por leer, en el deseo de escribir, en la aprehensión de las reglas del juego, en la comprensión de ciertos aspectos que luego te resultarán vitales para entender el mundo en el que te manejas, y así. El ser humano es un animal social, por tanto necesita del contacto de los otros, que siempre influirán en él. En el caso específico de mi vocación creativa, podría citar un profesor de bachillerato, en el liceo jesuita en el que estudié, que me acercó a las figuras de Quiroga y Cortázar. Fue un primer punto. Luego, mucha gente influiría en mí. Compartir y aprender de algunas personas que admiraba, como Oscar Marcano, Eduardo Liendo, José Pulido, por nombrar algunos. Creo que he tenido la dicha de alcanzar la amistad de mucha gente que admiraba.

 
¿Tienes alguna rutina creativa?

Contra toda recomendación, suelo escribir de noche. Los sonidos de la noche me producen una especial disposición para la creación. Los misterios de la noche hacen que el pensamiento no práctico aflore con más facilidad. Puedo escribir en silencio, pero si necesito más concentración, escucho música (Andrew Bird, Sufjan Stevens, Syd Matters, Kings of Convenience, por nombrar algunos sonidos que favorecen la disposición). Cerveza, whisky o vino son bienvenidos, pero no indispensables. Y siempre en mi casa, claro.

¿Crees en la inspiración?

Carlos Fuentes dijo una frase que se convirtió en una de mis verdades fundamentales: "El amor, como la inspiración, es puro trabajo". Lo pienso para el amor, y lo pienso para la inspiración. Si te sientas todas las noches a escribir, algo sale. Si tienes una libreta a mano siempre, algo anotas. Si tienes el hábito de la cavilación y la soledad, en algo piensas. Es decir, se vienen ideas a la mente (¿inspiración?), pero si no tienes ciertos hábitos y si no te has hecho de cierto sistema, de nada vale. Uno vive pensando. Todo el mundo vive pensando. Pero si no tienes una estructura mental y física disponible para ello, de nada vale.

¿Cuál es la creación de la que te sientes más orgulloso y por qué?

Soy melancólico, pero no nostálgico. No echo de menos muchas cosas del pasado. Con esto quiero decir que mi último trabajo siempre será lo que me hace sentir orgulloso. Entendiendo por orgulloso, contento con ciertos logros. En este caso, hasta no hace mucho, me sentía bien con ciertos logros adquiridos con Caracas muerde, pero como ya estoy trabajando en otra cosa, me alegran esos nuevos hallazgos. Sé que algo está funcionando porque me divierte y, como una novia que te tiene entusiasmado, me tiene pensando en ello.


En momentos de duda, bloqueo o inseguridad, ¿qué haces?

No permito que se me convierta en un coco. Yo también escribo a presión y a pedido, por lo que sé que siempre debe salir algo. Tarde o temprano. Puede que angustie sentir que no sale, pero he descubierto que la angustia es la que bloquea. Tratar de hacerlo divertido ayuda a bloquear al bloqueo. En todo caso, ponerse a corregir algo que se está trabajando, o a leer algo de otros, suele estimular el pensamiento.


¿Cuáles son tus ídolos creativos?

Muchos y uno en cada ocasión. En eso soy muy poco fiel. En algún momento de mi vida, creí que la literatura se llamaba Borges, luego que se llamaba Chéjov, luego Carver, luego Auster... Pero ahora soy menos apasionado con los autores. Me maravillan más las obras. Ese momento en que leí Los detectives salvajes, o La maravillosa vida breve de Oscar Wao, o La mujer que se estrellaba contra las puertas, o El enterrador, o Retratos y encuentros, y así. En todo caso, mi más reciente ídolo creativo es Mark Oliver Everett, conocido como Mr. E, líder de la banda Eels y autor del libro Cosas que los nietos deberían saber. Es un genio musical y un autor con unas búsquedas muy genuinas.

¿Con cuál de ellos te gustaría cenar? Y si tuvieras la oportunidad de hacerle sólo una pregunta, ¿qué te gustaría preguntarles?

Es difícil dar una respuesta a esa pregunta que perdure en el tiempo. Si hay un autor con el que siento que me gustaría hablar sería con Paul Auster. Pero no para hacerle preguntas específicas de técnica literaria, sino para que de la conversación salgan maravillas que nunca se me habrían ocurrido preguntar. Pero mañana esa cena podría cenar con otra persona. En todo caso, tengo muy clara aquel pasaje de una canción de Sabina llamada Ojos de gata que dice: "pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario". Es decir, la obra es una cosa y el creador es otra, y eso hay que entenderlo.

¿Qué consejo le darías a alguien que esté empezando a escribir?

Dar consejos es peligroso, pero le diría que no se apurara en publicar, que lea mucho, que se aleje del pensamiento convencional, que vea cine, que oiga música, todo cuanto le resulte posible. Que corrija mucho. Y que nunca crea que llegó a ninguna parte.

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