Soulive: la voz como cuarto instrumento


Desde 1999 Soulive se ha consolidado como una de las jam bands más respetadas de la escena musical. Inicialmente la banda estaba conformada por Eric Krasno en la guitarra y los hermanos Evans: Alan en la batería y Neal en los teclados. Juntos constituyeron un poderoso trío de acid jazz que constantemente estaba de gira en pequeños locales a lo largo de los Estados Unidos, a la vez que le abrían a bandas de la talla de The Roots, Dave Matthews Band y The Rolling Stones. Asimismo editaron numerosas producciones -7 discos en los 8 años que tienen de formados- de altísima calidad que le hicieron merecedores de ese respeto que sólo ostentan las bandas de culto.

Su penúltimo disco, el excelente Break Out (2005), representaría todo un giro en su trayectoria musical. Si bien antes se habían caracterizado por interpretar temas instrumentales basados en largas interpretaciones con el virtuosismo que despliega cada uno de sus integrantes, en esa ocasión invitaría a todo un grupo de artistas para -por vez primera- dejar que alguien se encargara de tomar el micrófono y cantar. Desde la imponente voz de Chaka Kahn, las dulces melodías de Reggie Watts (Maktub), el particular timbre soul de Ivan Neville, hasta la extraordinaria guitarra de Robert Randolph participaron en ese excelente disco repleto de buenas canciones. Incluso los temas instrumentales de esta producción redujeron su extensión convirtiéndose en piezas más easy-listening que las de sus anteriores discos.

Esto sin duda generó mucho descontento entre su fanaticada, ya acostumbrada a sus trabajos netamente instrumentales. Sin embargo, el éxito comercial de esta placa les garantizó una mayor cantidad de seguidores y una mayor atención por parte de la crítica especializada, quienes descubrían con entusiasmo a esta gran banda que ahora reformulaba su propuesta musical.

Su último trabajo, No place like soul (2007), viene a confirmar la nueva postura asumida por Krasno y los hermanos Evans: ahora le dan la bienvenida a un cantante, pero no como invitado, sino como miembro permanente de la agrupación. El vocalista en cuestión es Toussaint, cantante originalmente de reggae, quien asume entonces el cargo del cuarto instrumento de Soulive: la voz.

Cuando uno escucha No place like soul, uno no pareciera estar escuchando un disco donde un trío, esencialmente instrumental, invita a un cantante para que le ponga voz a sus canciones. Por el contrario, en esta producción uno pareciera estar escuchando a un cuarteto consolidado desde hace un buen tiempo. La comodidad de la voz de Toussaint sobre los diversos géneros musicales que interpretan Krasno y los hermanos Evans es el mayor atributo de esta placa.

La diversidad de géneros que maneja Soulive en este disco es otro de los rasgos que más se disfruta en esta producción. Toussaint y el resto del cuarteto hacen gala de una sólida versatilidad desplegada a lo largo de los temas. No place like soul es todo un catálogo de excelentes canciones, sin importar el género en el que estén arregladas. Por supuesto, sigue siendo la música que ya hemos escuchado de Soulive; como el funk de Confort y Morning light, el soul de Waterfall y Outrage; y el funk-rock de Yeah yeah y One of those days. Sin embargo, Soulive también se luce con dos géneros inexplorados por ellos anteriormente: el reggae de If this world was a song y Calling, donde Toussaint hace gala de todo su dominio sobre este género jamaiquino; y las baladas Mary y Never know, donde el cantante reafirma su versatilidad vocal.

Con esta producción, Soulive demuestra su altísima calidad a la hora de componer canciones. La elección de Toussaint como vocalista, sin duda, ha sido determinante para este otro éxito que se han anotado como agrupación. Espero así haber justificado, con el debido detalle y entusiasmo, por qué considero a No place like soul como el mejor disco del 2007.

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