Ensayo sobre el despecho
Love is a fire,
burns down all that it sees,
burns down everything,
everything you think burns down,
everything you say
MARILYN MANSON
burns down all that it sees,
burns down everything,
everything you think burns down,
everything you say
MARILYN MANSON
Quisiera dedicar este texto especialmente a Nina y a León
Si el amor es el sentimiento más poderoso de este mundo, el despecho ciertamente es su contraparte. O como aseguran muchos: la peor consecuencia posible de estar enamorado. De hecho, amar a alguien tiene un precio tan alto que a algunos, incluso, les ha costado la vida.
Incluso en situaciones no tan extremas, el despecho suele ser intenso. Recientes estudios científicos han revelado que cuando una persona está enamorada, muestra síntomas de conducta muy similares a la de un enfermo mental que sufre de obsesión con rasgos paranoides. Atajo bastante peligroso el que le ofrece el amor a la locura, ¿no?
Por lo tanto, cuando a una persona que muestra estas características próximas al desequilibrio mental se le arrebata, por una u otra razón, el objeto de su afecto, la reacción estalla fuera del alcance de la sensatez y del control de quien ha quedado solo. Esta persona se convierte entonces en una víctima del despecho.
La sensación del despecho se parece mucho a la de un drogadicto con síndrome de abstinencia. Al cuerpo, la mente o el corazón, se le ha quitado de súbito esa droga llamada “amor”. La dependencia, ahora insatisfecha, comienza a manifestarse con desastrosos efectos.
Al principio, el despecho se recibe como una especie de shock. Lo que los sicólogos denominan “negación”. El individuo hace uso de un mecanismo de defensa que consiste en no aceptar lo que acaba de ocurrir. Noches de desvelo, muchas lágrimas derramadas, alta ingesta de bebidas alcohólicas y de sustancias sicotrópicas e incluso promiscuidad suelen incluirse en la lista de las nefastas consecuencias del desamor. (Muchos despechados confiesan localizar físicamente el dolor en sus pechos. Desconozco si esa pueda ser una razón para explicar el nombre del penoso sentimiento en cuestión.)
Existen diferentes reacciones hacia el despecho. Unos buscan la compañía de sus amigos, otros recuren al ostracismo. De cualquier forma, el ser humano busca de manera inconsciente afrontar el inminente reacomodo de su status sentimental.
El estado más común de los despechados es, sin duda, el de la depresión. Pérdida de apetito, desmotivación, aislamiento e insomnio. Males del corazón que hacen mella en el cuerpo y en la mente del despechado.
En mi vida he sufrido pocos despechos. Mi experticia en la materia me la he ganado gracias a mis amigos. Mientras escucho sus lamentables relatos, intento siempre analizar la situación para brindarle el mejor consejo posible a esa persona que, devastada, me relata su infortunio sentimental. “Todos los duelos son de amor”, recuerdo que leí en alguna parte hace un par de años. La frase no la he olvidado. Imposible, demasiado auténtica.
Cuando pasa el shock inicial de saber que uno no tendrá más a su lado a esa otra persona, es que viene lo peor. Luego de asimilar este abrupto cambio, el dolor es mucho más intenso. El despecho es en sí mismo una especie de duelo, una pérdida importante de un afecto que ya no está. Cuando murió mi abuelo fue muy fuerte, pero el dolor ha sido más intenso al vivirlo en la cotidianidad. En la vida diaria el dolor está en recordar y reafirmar el hecho de que no voy a poder verlo, que no voy a poder hablar con él. Más nunca.
Un amigo cercano me decía que lo más fuerte de su despecho había sido precisamente no tener más esos pequeños detalles en el día a día. “Lo que más extraño son los mensajitos, las llamadas en la noche, cuando ella se me quedaba dormida en mi pecho cuando veíamos películas en mi casa, el sonido de su risa cuando le contaba mis chistes malos”.
Pero los despechos también mueren. Lenta es su muerte, pero indetenible como el paso del tiempo. Lo mejor de su final es que volvemos a sentirnos nosotros mismos y volvemos a reconocernos como lo que éramos antes del amor: sujetos enamorados con la idea de volver a estar enamorados.
Aquí es donde, en concreto, explico la tesis que sustenta a este ensayo. Cuando amamos a alguien y ese alguien nos deja o se va, ese amor se ha perdido. Eso es, para mí, el despecho. Nos quedamos vacíos, sin amor, por eso es que nos duele tanto. Pero, poco a poco, vamos volviendo a recuperar ese sentimiento que dimos y que perdimos. El amor vuelve a nosotros y, por eso, es que nos sentimos mejor. Ese es el mayor beneficio de todos: que con cada relación aprendemos a amar de una mejor manera. Que luego de cada despecho tenemos un mejor amor para dar.
Con ese amor de vuelta, nuestra estima sube. Retomamos viejas amistades. Nos reconciliamos con los demás, y con nosotros mismos. Nos concentramos con mucha más atención en nuestros proyectos personales. Volvemos a sentir que estamos vivos.
En estos días hablé con una amiga que sufría un fuerte despecho. Es cineasta, vive en Los Ángeles y su relación de casi 5 años terminó cuando ella comenzaba a armar un cortometraje. Una de las cosas que más la ayudaron a sobrellevar su duelo fue entregarse totalmente a su proyecto. El tiempo pasó: sigue sola, pero la semana pasada estrenó su corto y, días después, llegó a su correo una invitación para mostrar su obra en el Festival de Cannes de 2010. Me confesó, vía Facebook, que nunca en su vida se había sentido tan feliz. Pero también me contó que su ex-novio había asistido al estreno. Estaba gordo y había terminado con su novia más reciente. Había cierto tono de, por qué no decirlo, una extraña alegría en esta última parte de su relato.
No sé si su felicidad haya sido exclusivamente por el éxito de su corto, porque sospecho que ver al ex-novio en tan deplorable estado también debió haber ayudado a su bienestar. De todas formas, quién sabe, tal vez fue por las dos cosas juntas. Me temo que hasta ni ella misma puede identificar en concreto la razón de su felicidad.
Lo que sí es evidente es su triunfo. Y la confirmación de que, cuando el amor retorna a nuestros corazones, somos capaces de explotar el potencial que existe en cada uno de nosotros.
Como leí alguna vez en un libro de Historia Universal de bachillerato: “Las grandes glorias del humanidad han sido propiciadas por tragedias del corazón”.
Comments
Love you bad.
1.Odias, detestas, o al menos no quieres saber nada de esa persona, quieres intentar olvidarla, y hasta deseas que le vaya peor que a ti.
2.Empiezas a sanar, y ya no le deseas mal a esa persona, pretendes y quisieras que algún día fuesen buenos amigos.
3.Te deja de importar del todo.
Es demasiado abrumador tener la certeza de que lo que me afecta el alma termina consumiéndome hasta el cuerpo.
Por eso me resisto tanto a muchas cosas, porque he vivido esto dos veces y no quiero repetirlo.
Justo ahora me preparo para el peor despecho de mi vida, no se va un novio, se va mi alma gemela.
Ve preparándome consejos, plis.
Abrazo despechado para vos. ;)
Excelente ensayo. Aunque eso de que "el amor se va" lo puedo llegar a dudar, más no a refutar.
Para argumentar este pensamiento, lee lo siguiente, please:http://mdlaideografica.blogspot.com/2009/02/elevacion.html
Saludos!
P.D: Tengo Inside, Inside!!!
cantá, cantar hace bien"
"es hora de volver a mí,
a cantar las cosas que me hacían bien
de verdad"
...como lo quieras ver
Es purita verdad eso que dices en tu ensayo, lo impresionante es lo psicosomatico de la cuestion. ESO ees horrible!!!!!Bueno con todo y eso es positivo pasar por eso para renovarse y empezar de nuevo.
You got it, my friend
Yo