Una mesa más, dos solitarios menos (II)
Fui a Plaza Las Américas para sacar unas fotocopias y luego enviarlas por MRW. Pensé hacer eso primero y luego comer, pero el hambre, como siempre, ganó la batalla. Me fui directo a la feria del centro comercial. Tenía antojo del “Whopper con queso y tocineta” que preparan en Burger King.
La feria estaba full, y la verdad es que no sé por qué. Eran casi las dos y me parecía que era un poco tarde ya para el almuerzo. De todas formas, hice mi cola para comprarme la hamburguesa. Me la sirvieron y fui a buscar mesa, pero no había. Me puse a esperar. En eso veo que, en una mesa para cuatro personas, estaba sentada sólo una chama. Morena, delgada, vestida de blazer azul marino y pantalón del mismo color. Le pregunté si podía sentarme en su mesa. Me dijo que no había problema.
Victor (V): Gracias, buen provecho.
Chama (C): Igualmente.
Pude ver que un carnet de Farmatodo abrazaba su cuello. Traté de buscarle conversación:
V: ¿Trabajas en el Farmatodo de abajo?
C: Sí, jeje –respondió sorprendida por la pregunta que acababa de hacerle.
V: ¿Por qué te ríes?
C: Es que no sé. Es raro que hayas preguntado eso.
V: Bueno, cualquier cosa para buscar conversación, ¿sabes? Detesto almorzar solo.
C: ¿En serio? ¡Yo también! Lo que pasa es que en esta ciudad todo el mundo anda solo. Cada quien en su rollo…
V: Tienes toda la razón. Hace unos meses estaba comiendo solo y una chama me invitó a sentarme en su mesa. Ni ella ni yo queríamos comer solos y como que nos juntamos, ¿sabes?, y hasta terminamos hablando fino y todo.
C: ¿Y no será más bien que lo que pasó fue que te levantaste a esa chama y lo que estaba era buscándote fiesta?
V: No vale. Luego me hizo saber de una manera bastante contundente que yo no era su tipo.
C: Ajá y ¿cómo sé yo que tú tampoco me quieres echar los perros a mí?
V: Jaja, nada que ver.
C: O sea, que soy fea…
V: Eso precisamente no es lo que pienso de ti…
C: ¿Viste? Yo sabía…
V: Déjame terminar vale. Lo que pasa es que se te nota a leguas que tienes novio. Es más, se nota que tienes mucho tiempo con él y que la cosa casi suena a matrimonio y todo. ¿Así que para qué voy estar perdiendo el tiempo echándote los perros?
C: ¿Y cómo sabes tú todo eso de mí? Pana, me estás asustando…
V: Como te dije… es algo que se te nota… y burda…
C: ¿Y cómo se nota eso? ¡No se vale! ¡Explícamelo!
V: Jaja, es difícil de explicar. No sé, no sé. La verdad no sabría explicártelo.
C: Ay sí, me salió misterioso el muchacho.
V: No vale, nada que ver.
C: Ah ok, ya sé… lo que pasó es que la tiraste a pegar… eso es todo.
V: Está bien… si pensar eso te hace feliz…
C: Jajaja, tú sí eres cómico, vale.
V: Yo sé.
C: ¡Coño, está bien! Deberías aplicar tu labia de eso de “no comer solo” más a menudo, ¿sabes?
V: Jaja, y tú vas a seguir con lo de la labia…
C: Cariño, yo no le creo a ningún hombre, ¿ok? De vaina le creo a mi papá y eso que él también me ha dejado mal, no vayas a creer. Así que, hasta que se demuestre lo contrario, todo este cuentico de compartir el almuerzo con alguien no es más que un teatro pa’ caerle a las jevitas…
V: Jaja, está bien. Dejémoslo así entonces…
C: No lo tomes a mal, corazón. Se te da muy bien la cosa, déjame decirte…
V: Jeje, si te soy sincero, no sé si tomar eso como un halago… o como un…
C: Tómalo como un halago, créeme. Mira que se me ha hecho muy chévere compartir este almuerzo contigo. Me caíste muy bien…
V: Ojalá también pudiera decir lo mismo, pero…
C: Jaja, ¿viste que eres una ratica? Los hombres como tú son los más peligrosos…
V: Y dale, pues…
C: Bueno, ¿pero tú crees que tú eres el único que puede echar vaina aquí?
V: Jajaja
C: Bueno, cariño, te dejo. Mi jefa debe estarse preguntado por qué no me he reincorporado.
V: Claro, claro. Ha sido un verdadero compartir mi almuerzo contigo, bella mujer.
C: Lo mismo digo, galán. ¡Suerte pa’ la próxima!
V: ¿Pa’ la próxima? ¿Y cómo es eso?
C: Bueno… que pa’ la próxima no te sientes con una tipa a punto de casarse…
C y V: Jajajaja
Nota: Cliquea acá si deseas leer la primera entrega de esta serie
La feria estaba full, y la verdad es que no sé por qué. Eran casi las dos y me parecía que era un poco tarde ya para el almuerzo. De todas formas, hice mi cola para comprarme la hamburguesa. Me la sirvieron y fui a buscar mesa, pero no había. Me puse a esperar. En eso veo que, en una mesa para cuatro personas, estaba sentada sólo una chama. Morena, delgada, vestida de blazer azul marino y pantalón del mismo color. Le pregunté si podía sentarme en su mesa. Me dijo que no había problema.
Victor (V): Gracias, buen provecho.
Chama (C): Igualmente.
Pude ver que un carnet de Farmatodo abrazaba su cuello. Traté de buscarle conversación:
V: ¿Trabajas en el Farmatodo de abajo?
C: Sí, jeje –respondió sorprendida por la pregunta que acababa de hacerle.
V: ¿Por qué te ríes?
C: Es que no sé. Es raro que hayas preguntado eso.
V: Bueno, cualquier cosa para buscar conversación, ¿sabes? Detesto almorzar solo.
C: ¿En serio? ¡Yo también! Lo que pasa es que en esta ciudad todo el mundo anda solo. Cada quien en su rollo…
V: Tienes toda la razón. Hace unos meses estaba comiendo solo y una chama me invitó a sentarme en su mesa. Ni ella ni yo queríamos comer solos y como que nos juntamos, ¿sabes?, y hasta terminamos hablando fino y todo.
C: ¿Y no será más bien que lo que pasó fue que te levantaste a esa chama y lo que estaba era buscándote fiesta?
V: No vale. Luego me hizo saber de una manera bastante contundente que yo no era su tipo.
C: Ajá y ¿cómo sé yo que tú tampoco me quieres echar los perros a mí?
V: Jaja, nada que ver.
C: O sea, que soy fea…
V: Eso precisamente no es lo que pienso de ti…
C: ¿Viste? Yo sabía…
V: Déjame terminar vale. Lo que pasa es que se te nota a leguas que tienes novio. Es más, se nota que tienes mucho tiempo con él y que la cosa casi suena a matrimonio y todo. ¿Así que para qué voy estar perdiendo el tiempo echándote los perros?
C: ¿Y cómo sabes tú todo eso de mí? Pana, me estás asustando…
V: Como te dije… es algo que se te nota… y burda…
C: ¿Y cómo se nota eso? ¡No se vale! ¡Explícamelo!
V: Jaja, es difícil de explicar. No sé, no sé. La verdad no sabría explicártelo.
C: Ay sí, me salió misterioso el muchacho.
V: No vale, nada que ver.
C: Ah ok, ya sé… lo que pasó es que la tiraste a pegar… eso es todo.
V: Está bien… si pensar eso te hace feliz…
C: Jajaja, tú sí eres cómico, vale.
V: Yo sé.
C: ¡Coño, está bien! Deberías aplicar tu labia de eso de “no comer solo” más a menudo, ¿sabes?
V: Jaja, y tú vas a seguir con lo de la labia…
C: Cariño, yo no le creo a ningún hombre, ¿ok? De vaina le creo a mi papá y eso que él también me ha dejado mal, no vayas a creer. Así que, hasta que se demuestre lo contrario, todo este cuentico de compartir el almuerzo con alguien no es más que un teatro pa’ caerle a las jevitas…
V: Jaja, está bien. Dejémoslo así entonces…
C: No lo tomes a mal, corazón. Se te da muy bien la cosa, déjame decirte…
V: Jeje, si te soy sincero, no sé si tomar eso como un halago… o como un…
C: Tómalo como un halago, créeme. Mira que se me ha hecho muy chévere compartir este almuerzo contigo. Me caíste muy bien…
V: Ojalá también pudiera decir lo mismo, pero…
C: Jaja, ¿viste que eres una ratica? Los hombres como tú son los más peligrosos…
V: Y dale, pues…
C: Bueno, ¿pero tú crees que tú eres el único que puede echar vaina aquí?
V: Jajaja
C: Bueno, cariño, te dejo. Mi jefa debe estarse preguntado por qué no me he reincorporado.
V: Claro, claro. Ha sido un verdadero compartir mi almuerzo contigo, bella mujer.
C: Lo mismo digo, galán. ¡Suerte pa’ la próxima!
V: ¿Pa’ la próxima? ¿Y cómo es eso?
C: Bueno… que pa’ la próxima no te sientes con una tipa a punto de casarse…
C y V: Jajajaja
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Comments
p/d: es rata, pero sabes que la chama podría perfectamente llamarse Yisneydis jajaja
BTW, me voy el 6 pa Buenos Aires, espero que antes de irme nos re-encontremos todos... la negrá se encargará, un abrazo