No es malo estar tristes
El objetivo de este post no es sólo recomendarles En defensa de la melancolía, en contra de la felicidad de Eric C. Wilson, uno de los mejores libros que me he leído en los últimos años. Mi intención también es invitarlos a que reflexionemos sobre la tristeza y, sobre todo, a que la recibamos, por qué no, con alegría. La idea no es confundirlos con ese aparente juego de palabras. Justo allí yace, en palabras del autor, la definición de nuestras vidas.
Me gustaría comenzar por aclararles sobre lo que no es este libro. Aunque el título así lo insinúe, no es un libro de autoayuda. Para nada. Tampoco es una oda a la depresión. Eric C. Wilson se opone al banal esfuerzo de la sociedad moderna de siempre vernos felices. De que la tristeza sólo trae cosas malas. De que tenemos que sentirnos felices aunque no tengamos ganas de estarlo.
Por el contrario, la posición del escritor, junto a diversos e interesantes ejemplos, se apoya en las innumerables ventajas del melancolía. La tristeza, lejos de exterminarse con libros de autoyuda, píldoras antidepresivas y demás mecanismos de esta insípida sociedad, debe aceptarse como un proceso natural en nuestra vida. Y, por sobre todas la cosas, debe reconocerse como algo positivo.
Mucho se ha escrito sobre el poder creativo que ostenta la melancolía. La mayoría de las más bellas obras de arte han sido inspiradas por sentimientos no tan agradables. Insisto, el autor en ningún momento expresa que la clave es quedarse pegado en las emociones negativas. Por el contrario, Wilson nos invita a que activemos esos sentimientos para crear y para conocernos mejor a nosotros mismos.
Este blog es, en sí mismo, un ejemplo muy concreto de lo que trato de explicarles. La mayoría de los escritos que más le ha gustado a la gente son los que han estado inspirados por situaciones negativas. Otro ejemplo muy valioso es el de Andreína Rancel, quien hasta llegó a escribir en su blog que éste la había salvado. Inmersa en un profundo y doloroso despecho, ella supo sacarle ventaja a ese sentimiento desahogándose a través de su blog, logrando conocer en el camino a personas tan maravillosas como La Perfecta y este humilde servidor.
Volviendo al libro, En defensa de la melancolía... expone ejemplos de célebres melancólicos como Beethoven, Joni Mitchell, Bruce Springsteen, John Lennon, Van Gogh y Kurt Cobain. Personas que supieron asimilar la tristeza en términos creativos y que terminaron por entregarnos cuadros, canciones y textos preciosos. El melancólico, a través de un proceso interno de revisión y una férrea disciplina en el acto creativo, bien pudiera terminar por convertirse en artista.
Pero no sólo el énfasis del libro recae en la creatividad como consecuencia de la melancolía, pues ésta constituye una poderosa herramienta para la introspección. Donald Trump, ícono global de éxito financiero, tiene una regla de oro para contratar al personal que lo acompaña en sus negocios. Aunque cueste creerlo, uno de los requisitos que debe tener alguien para trabajar con Mr. Trump, es haber fracasado: haber reprobado una materia en la universidad, haber sido despedido en el trabajo, o haberse declarado en bancarrota. Según él, nadie puede conocerse sin haber sufrido en carne propia el fracaso. Él mismo ha caído en bancarrota en tres ocasiones...
De manera que no deberíamos sentirnos mal la próxima vez que estemos tristes, mas allá de lo que represente ese bajón emocional. No sólo tenemos el derecho de sentirnos así, sino que tenemos el deber de reflexionar para salir adelante con más que nuestra frente en alto.
En defensa de la melancolía... es una invitación a que le demos la bienvenida a la tristeza, a que la reconozcamos como una parte imprescindible de nuestras vidas. Disfrutándola a plenitud, nos servirá para gozar de la felicidad por completo.
Aprovechemos y aprendamos de ella, reconociéndola como un preludio, penoso pero inevitable, hacia esa paroxismo de la alegría.
Me gustaría comenzar por aclararles sobre lo que no es este libro. Aunque el título así lo insinúe, no es un libro de autoayuda. Para nada. Tampoco es una oda a la depresión. Eric C. Wilson se opone al banal esfuerzo de la sociedad moderna de siempre vernos felices. De que la tristeza sólo trae cosas malas. De que tenemos que sentirnos felices aunque no tengamos ganas de estarlo.
Por el contrario, la posición del escritor, junto a diversos e interesantes ejemplos, se apoya en las innumerables ventajas del melancolía. La tristeza, lejos de exterminarse con libros de autoyuda, píldoras antidepresivas y demás mecanismos de esta insípida sociedad, debe aceptarse como un proceso natural en nuestra vida. Y, por sobre todas la cosas, debe reconocerse como algo positivo.
Mucho se ha escrito sobre el poder creativo que ostenta la melancolía. La mayoría de las más bellas obras de arte han sido inspiradas por sentimientos no tan agradables. Insisto, el autor en ningún momento expresa que la clave es quedarse pegado en las emociones negativas. Por el contrario, Wilson nos invita a que activemos esos sentimientos para crear y para conocernos mejor a nosotros mismos.
Este blog es, en sí mismo, un ejemplo muy concreto de lo que trato de explicarles. La mayoría de los escritos que más le ha gustado a la gente son los que han estado inspirados por situaciones negativas. Otro ejemplo muy valioso es el de Andreína Rancel, quien hasta llegó a escribir en su blog que éste la había salvado. Inmersa en un profundo y doloroso despecho, ella supo sacarle ventaja a ese sentimiento desahogándose a través de su blog, logrando conocer en el camino a personas tan maravillosas como La Perfecta y este humilde servidor.
Volviendo al libro, En defensa de la melancolía... expone ejemplos de célebres melancólicos como Beethoven, Joni Mitchell, Bruce Springsteen, John Lennon, Van Gogh y Kurt Cobain. Personas que supieron asimilar la tristeza en términos creativos y que terminaron por entregarnos cuadros, canciones y textos preciosos. El melancólico, a través de un proceso interno de revisión y una férrea disciplina en el acto creativo, bien pudiera terminar por convertirse en artista.
Pero no sólo el énfasis del libro recae en la creatividad como consecuencia de la melancolía, pues ésta constituye una poderosa herramienta para la introspección. Donald Trump, ícono global de éxito financiero, tiene una regla de oro para contratar al personal que lo acompaña en sus negocios. Aunque cueste creerlo, uno de los requisitos que debe tener alguien para trabajar con Mr. Trump, es haber fracasado: haber reprobado una materia en la universidad, haber sido despedido en el trabajo, o haberse declarado en bancarrota. Según él, nadie puede conocerse sin haber sufrido en carne propia el fracaso. Él mismo ha caído en bancarrota en tres ocasiones...
De manera que no deberíamos sentirnos mal la próxima vez que estemos tristes, mas allá de lo que represente ese bajón emocional. No sólo tenemos el derecho de sentirnos así, sino que tenemos el deber de reflexionar para salir adelante con más que nuestra frente en alto.
En defensa de la melancolía... es una invitación a que le demos la bienvenida a la tristeza, a que la reconozcamos como una parte imprescindible de nuestras vidas. Disfrutándola a plenitud, nos servirá para gozar de la felicidad por completo.
Aprovechemos y aprendamos de ella, reconociéndola como un preludio, penoso pero inevitable, hacia esa paroxismo de la alegría.
Comments
Coincido en que la tristeza es una parte imprescindible de nuestra vida, de ella también se puede rescatar algo y muchas veces nos permite redescubrirnos a nosotros mismos.
Buena semana
Besos
Pau
Love you bad Vic. Muaks.