Cuando leer libros de Auto-ayuda ayuda (o de cómo llegué a entender y a leer libros de auto-ayuda)
Una de las cosas que más me impresionaron cuando entré por primera vez a una librería acá en los Estados Unidos fue ver la cantidad de libros escritos por celebridades.
Los rostros de figuras como los del actor Michael J. Fox, el comediante Steve Martin, el guitarrista Slash, la modelo y empresaria Ivanka Trump y el mediático chef Gordon Ramsay, adornaban las vitrinas de las tiendas Barnes&Noble y BORDERS en el primer viaje que hice a la tierra del Tío Sam.
Curioso por saber de qué trataban todos esos libros, decidí revisar sus contraportadas. La mayoría de este tipo de libros son autobiografías. Sin embargo, hay otros que se dedican a explorar las áreas de experticia de quien escribe.
El libro de Ramsay era una compilación de recetas; el de Ivanka Trump estaba enfocado a ofrecer sugerencias a mujeres emprendedoras; y el de Slash narraba su experiencia dentro de Guns 'N Roses.
No obstante, la categoría que encierra la mayoría de este tipo de libros no es ni autobiografía, ni finanzas, ni gastronomía, ni música. "Auto-ayuda" es la gran etiqueta que abarca gran parte de este tipo de publicaciones. Si una de mis primeras impresiones había sido el número de libros escritos por famosos, la segunda irrevocablemente sería el abrumador número de libros que encontraría en la sección de "auto-ayuda".
Antes de venirme a vivir a Nueva York, yo siempre había estado en contra de este tipo de libros. Cuando pasaba por la sección de auto-ayuda de las librerías Nacho o Tecni-Ciencia, nunca lograba entender cómo hubiesen -y cómo se vendiesen- tantos libros que a fin de cuentas trataban sobre lo mismo. Sus títulos me parecían cursis, irreales, ridículos. "El cielo es el límite", "Cien maneras de encontrar la felicidad", "La escalera al éxito", "El secreto", "El Alquimista", etc.
En ese momento jamás se me hubiese pasado por la cabeza la mínima posibilidad de comprarme uno de esos libros. Además, yo siempre había pensado que para ser feliz, o para lograr éxito en la vida, no hacía falta leer un libro. Lo único que había que hacer, en mi opinión, era trabajar duro.
Sin embargo, en ese momento tampoco hubiera podido preveer la lección que la vida me tenía preparada. Poco antes de venirme a Nueva York, tomé un curso por Internet sobre técnicas de mercadeo para música. En el PDF que me tenía que leer, cada capítulo estaba iniciado y finalizado por una frase inspiradora -el tipo de oraciones que uno encontraría en cualquier libro de auto-ayuda.
En el cuadernito que siempre cargaba encima para arriba y para abajo, hasta llegué a anotar muchas de las frases que habían llamado mi atención. En momentos de duda o de inseguridad, recurría a esas frases para que me levantaran el ánimo y la motivación. No sólo disfrutaba leerlas, sino que también las estaba encontrando útiles para ciertas metas que en ese momento me estaba proponiendo. Inconcientemente, estaba consiguiendo derribar los prejuicios que hasta ese momento sostenía ante este tipo de publicaciones.
Uno de los mejores profesores que he tenido en el Instituto fue el que me dio una de mis materias favoritas: "The business of music". El tipo hacía gala de ese sentido del humor exclusivo de las personas inteligentes, y siempre nos daba astutos consejos, sazonados con impactantes historias del show business. El tipo era sencillamente genial.
En una de sus clases nos contó, de manera muy resumida, cómo logró montar un show de Broadway. Para que tengan una idea de lo titánica de su aventura, producir ese tipo de shows, de manera independiente, puede llegar a tomar en promedio cinco años y puede llegar a costar, como mínimo, dos millones de dólares. Lo peor de todo es que una abrumadora mayoría de esas obras terminan arrojando pérdidas. En efecto, su show no fue la excepción. Sin embargo, su empresa difícilmente podría considerarse un fracaso.
Uno de mis compañeros de clase le preguntó cómo hizo para no perder el enfoque ni la motivación durante esos atareados y estresantes cinco años. Entre algunas de las sugerencias que dio, hubo una en particular que quedó resonando en mi cabeza: "Lean libros inspiradores, de esos que muchos suelen llamar de auto-ayuda."
Jae es uno de mis grandes amigos en el Instituto. Su historia es inspiradora. Él vive en un suburbio de Philadelphia -el estado con el mayor número de homicidios en los Estados Unidos. Llegar a la escuela le toma 3 horas y media en autobús. De sus cinco grandes amigos de toda la vida, sólo dos están vivos. Hace un par meses uno de ellos murió asesinado. Sólo en esa ocasión es cuando lo he visto realmente triste.
Por lo general, Jae es un tipo motivado y proactivo. Y siempre está leyendo. Biografías de personas exitosas, manuales de mercadeo y de negocios. Y libros de auto-ayuda. Un día le pregunté con cierta suspicacia si leer esos libros realmente lo ayudaban. Él me aseguró que sí. Incluso me llegó a mostrar un libro todo gastado que guarda en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta. Lo considera su Biblia.
Jae ha sido promotor y pequeño empresario desde que tenía doce años. El mes pasado ayudó a organizar un festival de música que atrajo a más de 40 mil personas. El día del concierto puso un mensaje en su perfil en Facebook en el que expresaba su felicidad y su agradecimiento a familiares y amigos. Y a sus libros.
Como verán, la vida se ha encargado de darme dos ejemplos cercanos de la gran ayuda que proporciona este tipo de lecturas. Yo sé que esas dos personas tienen suficiente potencial, disciplina y motivación para lograr lo que se propongan. En ese sentido, ellos también son una sólida evidencia de que la verdadera clave del éxito es el trabajo.
Sin embargo, si leer un libro como esos es capaz de colaborar para explotar ese potencial que se encuentra dentro de cada ser humano, entonces definitivamente la posibilidad del éxito aplasta con contundencia cualquier reserva o crítica que se pueda tener hacia este tipo de publicaciones.
Los rostros de figuras como los del actor Michael J. Fox, el comediante Steve Martin, el guitarrista Slash, la modelo y empresaria Ivanka Trump y el mediático chef Gordon Ramsay, adornaban las vitrinas de las tiendas Barnes&Noble y BORDERS en el primer viaje que hice a la tierra del Tío Sam.
Curioso por saber de qué trataban todos esos libros, decidí revisar sus contraportadas. La mayoría de este tipo de libros son autobiografías. Sin embargo, hay otros que se dedican a explorar las áreas de experticia de quien escribe.
El libro de Ramsay era una compilación de recetas; el de Ivanka Trump estaba enfocado a ofrecer sugerencias a mujeres emprendedoras; y el de Slash narraba su experiencia dentro de Guns 'N Roses.
No obstante, la categoría que encierra la mayoría de este tipo de libros no es ni autobiografía, ni finanzas, ni gastronomía, ni música. "Auto-ayuda" es la gran etiqueta que abarca gran parte de este tipo de publicaciones. Si una de mis primeras impresiones había sido el número de libros escritos por famosos, la segunda irrevocablemente sería el abrumador número de libros que encontraría en la sección de "auto-ayuda".
Antes de venirme a vivir a Nueva York, yo siempre había estado en contra de este tipo de libros. Cuando pasaba por la sección de auto-ayuda de las librerías Nacho o Tecni-Ciencia, nunca lograba entender cómo hubiesen -y cómo se vendiesen- tantos libros que a fin de cuentas trataban sobre lo mismo. Sus títulos me parecían cursis, irreales, ridículos. "El cielo es el límite", "Cien maneras de encontrar la felicidad", "La escalera al éxito", "El secreto", "El Alquimista", etc.
En ese momento jamás se me hubiese pasado por la cabeza la mínima posibilidad de comprarme uno de esos libros. Además, yo siempre había pensado que para ser feliz, o para lograr éxito en la vida, no hacía falta leer un libro. Lo único que había que hacer, en mi opinión, era trabajar duro.
Sin embargo, en ese momento tampoco hubiera podido preveer la lección que la vida me tenía preparada. Poco antes de venirme a Nueva York, tomé un curso por Internet sobre técnicas de mercadeo para música. En el PDF que me tenía que leer, cada capítulo estaba iniciado y finalizado por una frase inspiradora -el tipo de oraciones que uno encontraría en cualquier libro de auto-ayuda.
En el cuadernito que siempre cargaba encima para arriba y para abajo, hasta llegué a anotar muchas de las frases que habían llamado mi atención. En momentos de duda o de inseguridad, recurría a esas frases para que me levantaran el ánimo y la motivación. No sólo disfrutaba leerlas, sino que también las estaba encontrando útiles para ciertas metas que en ese momento me estaba proponiendo. Inconcientemente, estaba consiguiendo derribar los prejuicios que hasta ese momento sostenía ante este tipo de publicaciones.
Uno de los mejores profesores que he tenido en el Instituto fue el que me dio una de mis materias favoritas: "The business of music". El tipo hacía gala de ese sentido del humor exclusivo de las personas inteligentes, y siempre nos daba astutos consejos, sazonados con impactantes historias del show business. El tipo era sencillamente genial.
En una de sus clases nos contó, de manera muy resumida, cómo logró montar un show de Broadway. Para que tengan una idea de lo titánica de su aventura, producir ese tipo de shows, de manera independiente, puede llegar a tomar en promedio cinco años y puede llegar a costar, como mínimo, dos millones de dólares. Lo peor de todo es que una abrumadora mayoría de esas obras terminan arrojando pérdidas. En efecto, su show no fue la excepción. Sin embargo, su empresa difícilmente podría considerarse un fracaso.
Uno de mis compañeros de clase le preguntó cómo hizo para no perder el enfoque ni la motivación durante esos atareados y estresantes cinco años. Entre algunas de las sugerencias que dio, hubo una en particular que quedó resonando en mi cabeza: "Lean libros inspiradores, de esos que muchos suelen llamar de auto-ayuda."
Jae es uno de mis grandes amigos en el Instituto. Su historia es inspiradora. Él vive en un suburbio de Philadelphia -el estado con el mayor número de homicidios en los Estados Unidos. Llegar a la escuela le toma 3 horas y media en autobús. De sus cinco grandes amigos de toda la vida, sólo dos están vivos. Hace un par meses uno de ellos murió asesinado. Sólo en esa ocasión es cuando lo he visto realmente triste.
Por lo general, Jae es un tipo motivado y proactivo. Y siempre está leyendo. Biografías de personas exitosas, manuales de mercadeo y de negocios. Y libros de auto-ayuda. Un día le pregunté con cierta suspicacia si leer esos libros realmente lo ayudaban. Él me aseguró que sí. Incluso me llegó a mostrar un libro todo gastado que guarda en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta. Lo considera su Biblia.
Jae ha sido promotor y pequeño empresario desde que tenía doce años. El mes pasado ayudó a organizar un festival de música que atrajo a más de 40 mil personas. El día del concierto puso un mensaje en su perfil en Facebook en el que expresaba su felicidad y su agradecimiento a familiares y amigos. Y a sus libros.
Como verán, la vida se ha encargado de darme dos ejemplos cercanos de la gran ayuda que proporciona este tipo de lecturas. Yo sé que esas dos personas tienen suficiente potencial, disciplina y motivación para lograr lo que se propongan. En ese sentido, ellos también son una sólida evidencia de que la verdadera clave del éxito es el trabajo.
Sin embargo, si leer un libro como esos es capaz de colaborar para explotar ese potencial que se encuentra dentro de cada ser humano, entonces definitivamente la posibilidad del éxito aplasta con contundencia cualquier reserva o crítica que se pueda tener hacia este tipo de publicaciones.
Comments
Y recomendaciones de libros!
Saludos!
Prefiero la literatura, pero he leído de todo cuanto ha caído en mis manos, y eso incluye los libros de autoayuda.
Leí "Quién se ha llevado mi queso" y "Chocolate caliente para el alma" y cosas por el estilo; los leí durante la adolescencia y creo que no estuvo mal.
Ahora no leo autoayuda porque no tengo tanto tiempo para leer como tenía hace 10 años, por ende, debo aprovechar mejor los ratos de los que dispongo, y habiendo tanta historia, tanta poesía, tantas novelas por leer, no me provoca leer autoayuda.
Pero si se me acaba lo que está en la gaveta que tengo full de "libros por leer" (libros que voy comprando a una velocidad mayor a la que puedo leer), y justamente llega a mis manos algo como "El secreto" o algo parecido, te aseguro que no tendré prejuicios y le daré la oportunidad. A veces de algo sirven.
(PD: El comentario anterior era mío, pero lo borré porque estaba con una cuenta prestada).
Te amooo y eres el mejor bloggero y escritor del mundoooo jajajajajajaja
Your TMTH sista ;)
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