Sobre el gran momento del indie rock (y su peligroso acercamiento al mainstream)
El término indie es una reducción de la palabra independent en inglés, y desde su concepción se utilizó para denominar a los artistas que no contaban (o prescindían) del apoyo financiero de grandes consorcios (disqueras, patrocinantes, institutos, museos) para hacer su arte.
El indie no sólo es una categoría, pues también ha sido considerada una especie de filosofía: si no cuento con financiamiento para hacer mi arte, pues lo hago yo mismo. No en vano, su manifiesto está concentrado en las siglas D.I.Y.: do it yourself.
Si bien la palabra indie hacía referencia a la ausencia de la ayuda de un gran patrocinante para hacer arte, su uso se extendería desde la mitad de los años 50 -que es cuando se consolidan las grandes disqueras- hasta la actualidad, para definir un subgénero del rock: el indie rock, una música cuyo encanto estaba dado precisamente por las consecuencias de no contar con el apoyo de las grandes disqueras: un sonido crudo, poco refinado (por no poder grabar en grandes estudios), el uso de instrumentos no convencionales para el rock -violines, clarinetes, marimbas- y una estructura no convencional en las canciones -temas instrumentales, sin coros o sin estrofas- que posiblemente estaban motivados por esa misma rebeldía ante lo comercial, por esa irreverencia ante el mainstream.
Sin embargo, el 2010 pareciera ser el año en el que el indie y el mainstream han estado más cerca que nunca: Vampire Weekend conquistó el primer lugar del Billboard a principios de año, varios artistas indie fueron incluidos en las bandas sonoras de la saga Twilight, varios célebres artistas han invitado a cantantes indie para la grabación de sus más recientes placas (Bon Iver en el de Kanye West; las vocalistas de Dirty Projectors, Jim James de My Morning Jacket y Joanna Newsom en el de The Roots), varios conciertos de actos indie han tenido lugar en recintos prestigiosos anteriormente inéditos para este tipo de shows (Vampire Weekend, Spoon y The National en el Radio City Music Hall y, más recientemente Arcade Fire y Phoenix en el Madison Square Garden.)
Hace pocas semanas una de las bandas más emblemáticas del indie rock ocuparía el primer lugar de las listas del Billboard. Y lo haría con mucho más notoriedad y bajo circunstancias más demandantes que las que tuvo que enfrentar Vampire Weekend en Enero de este año.
The Suburbs (2010), el tercer disco del septeto canadiense Arcade Fire, se apoderaría del tope de las ventas destronando nada más y nada menos que al artista pop que más ha vendido discos en los Estados Unidos durante la primera década del siglo XXI: Eminem. Recovery (2010), su última entrega, estuvo por varias semanas en la cima del Billboard y no pudo ser derribado ni siquiera por Teflon Don (2010), la última producción del notable rapero Rick Ross -una que parecía cumplir con todos los requisitos para ocupar el tope de las carteleras.
El éxito de Arcade Fire ha sido exhaustivamente analizado por varios medios y blogs de música neoyorquinos. Una de las más sorprendentes revelaciones destaca que la hazaña en cuestión fue llevada justamente a cabo como lo harían las grandes disqueras con un artista pop: mercadeo incesante en Twitter, Facebook y MySpace, y la venta del disco en oferta (tan sólo $3,99 en amazon).
Con un primer puesto en las listas de venta, un par de shows agotados en el Madison Square Garden y una abrumadora presencia en los medios, ¿pudiera seguirse considerando a Arcade Fire como una banda indie?
La pregunta no deja de ser pertinente, considerando el momento tan particular que atraviesa la industria musical. Y dicha interrogante tendría que hacerse considerando las perspectivas que ofrecen cada una de las posiciones que han manifestado blogueros, críticos, músicos, fanáticos de Arcade Fire, detractores de Arcade Fire y los que antes eran fanáticos y que ahora son sus más fervientes detractores.
Unos argumentan que Arcade Fire ya no pudiera seguirse considerando una banda indie, pues aún perteneciendo a Merge Records, una de las disqueras más representativas del indie rock, ha hecho uso de las herramientas que las grandes disqueras utilizaron por mucho tiempo para vender -cosa que han logrado. Muchos de los que fueron sus más entusiastas seguidores han llegado a afirmar, con una altisonante decepción, que en efecto Arcade Fire "se ha vendido".
Otros aseguran que el buen momento que vive el indie rock ha sido coronado por el exitoso lanzamiento de The Suburbs, y que el disco no es más que el epítome de la excelente música que han estado editando actos de este género durante los últimos cinco años.
La polémica de que si una banda se ha vendido o no siempre ha dado mucha tela que cortar. "Venderse" pudiera ser definido como el acto de comprometer tu integridad artística para acomodarla a las necesidades del mercado, es decir, condicionar tu arte para vender. Ahora bien, ¿qué pasa cuando logras tener cierto éxito comercial manteniéndote fiel a tu discurso artístico? ¿qué pasa cuando un excelente álbum que escapa a cualquier definición de "comercial", como The Suburbs, consigue una respuesta que logra por derrotar al lucrativo negocio del hip-hop norteamericano?
En mi opinión, lo que habría que preguntarse en medio de toda esta polémica que ha originado el triunfo comercial de Arcade Fire, no es si siguen siendo una banda indie o si se han "vendido", sino ¿qué pasará después de conseguir tal logro? Y la interrogante surge más como una preocupación, pues muchos han sido los grupos que, viniendo de las trincheras del underground lograron montarse en el podio del mainstream sacrificando la integridad y calidad de su música.
¿Intentará Arcade Fire, a la hora de trabajar en su próximo disco, acomodarse a esa nueva audiencia que han ganado? ¿Tratarán de responder a intereses comerciales de aquí en adelante? ¿Cómo reaccionarán Arcade Fire y los demás grupos indie luego de haber sido picados por el bicho del éxito?
Vale la pena aclarar que yo no tengo nada en contra de que a una banda le vaya bien económicamente. A mí lo que más me interesa saber es qué pasará después. A mí lo que más me preocupa es el efecto que este logro pueda tener sobre la calidad de la música que editarán.
Mientras tanto, sigamos disfrutando la maravillosa música que las bandas indie nos están ofreciendo, y esperemos que estos artistas no sucumban al inminente e indiscutible peligro para su arte que supone el éxito comercial.
El indie no sólo es una categoría, pues también ha sido considerada una especie de filosofía: si no cuento con financiamiento para hacer mi arte, pues lo hago yo mismo. No en vano, su manifiesto está concentrado en las siglas D.I.Y.: do it yourself.
Si bien la palabra indie hacía referencia a la ausencia de la ayuda de un gran patrocinante para hacer arte, su uso se extendería desde la mitad de los años 50 -que es cuando se consolidan las grandes disqueras- hasta la actualidad, para definir un subgénero del rock: el indie rock, una música cuyo encanto estaba dado precisamente por las consecuencias de no contar con el apoyo de las grandes disqueras: un sonido crudo, poco refinado (por no poder grabar en grandes estudios), el uso de instrumentos no convencionales para el rock -violines, clarinetes, marimbas- y una estructura no convencional en las canciones -temas instrumentales, sin coros o sin estrofas- que posiblemente estaban motivados por esa misma rebeldía ante lo comercial, por esa irreverencia ante el mainstream.
Sin embargo, el 2010 pareciera ser el año en el que el indie y el mainstream han estado más cerca que nunca: Vampire Weekend conquistó el primer lugar del Billboard a principios de año, varios artistas indie fueron incluidos en las bandas sonoras de la saga Twilight, varios célebres artistas han invitado a cantantes indie para la grabación de sus más recientes placas (Bon Iver en el de Kanye West; las vocalistas de Dirty Projectors, Jim James de My Morning Jacket y Joanna Newsom en el de The Roots), varios conciertos de actos indie han tenido lugar en recintos prestigiosos anteriormente inéditos para este tipo de shows (Vampire Weekend, Spoon y The National en el Radio City Music Hall y, más recientemente Arcade Fire y Phoenix en el Madison Square Garden.)
Hace pocas semanas una de las bandas más emblemáticas del indie rock ocuparía el primer lugar de las listas del Billboard. Y lo haría con mucho más notoriedad y bajo circunstancias más demandantes que las que tuvo que enfrentar Vampire Weekend en Enero de este año.
The Suburbs (2010), el tercer disco del septeto canadiense Arcade Fire, se apoderaría del tope de las ventas destronando nada más y nada menos que al artista pop que más ha vendido discos en los Estados Unidos durante la primera década del siglo XXI: Eminem. Recovery (2010), su última entrega, estuvo por varias semanas en la cima del Billboard y no pudo ser derribado ni siquiera por Teflon Don (2010), la última producción del notable rapero Rick Ross -una que parecía cumplir con todos los requisitos para ocupar el tope de las carteleras.
El éxito de Arcade Fire ha sido exhaustivamente analizado por varios medios y blogs de música neoyorquinos. Una de las más sorprendentes revelaciones destaca que la hazaña en cuestión fue llevada justamente a cabo como lo harían las grandes disqueras con un artista pop: mercadeo incesante en Twitter, Facebook y MySpace, y la venta del disco en oferta (tan sólo $3,99 en amazon).
Con un primer puesto en las listas de venta, un par de shows agotados en el Madison Square Garden y una abrumadora presencia en los medios, ¿pudiera seguirse considerando a Arcade Fire como una banda indie?
La pregunta no deja de ser pertinente, considerando el momento tan particular que atraviesa la industria musical. Y dicha interrogante tendría que hacerse considerando las perspectivas que ofrecen cada una de las posiciones que han manifestado blogueros, críticos, músicos, fanáticos de Arcade Fire, detractores de Arcade Fire y los que antes eran fanáticos y que ahora son sus más fervientes detractores.
Unos argumentan que Arcade Fire ya no pudiera seguirse considerando una banda indie, pues aún perteneciendo a Merge Records, una de las disqueras más representativas del indie rock, ha hecho uso de las herramientas que las grandes disqueras utilizaron por mucho tiempo para vender -cosa que han logrado. Muchos de los que fueron sus más entusiastas seguidores han llegado a afirmar, con una altisonante decepción, que en efecto Arcade Fire "se ha vendido".
Otros aseguran que el buen momento que vive el indie rock ha sido coronado por el exitoso lanzamiento de The Suburbs, y que el disco no es más que el epítome de la excelente música que han estado editando actos de este género durante los últimos cinco años.
La polémica de que si una banda se ha vendido o no siempre ha dado mucha tela que cortar. "Venderse" pudiera ser definido como el acto de comprometer tu integridad artística para acomodarla a las necesidades del mercado, es decir, condicionar tu arte para vender. Ahora bien, ¿qué pasa cuando logras tener cierto éxito comercial manteniéndote fiel a tu discurso artístico? ¿qué pasa cuando un excelente álbum que escapa a cualquier definición de "comercial", como The Suburbs, consigue una respuesta que logra por derrotar al lucrativo negocio del hip-hop norteamericano?
En mi opinión, lo que habría que preguntarse en medio de toda esta polémica que ha originado el triunfo comercial de Arcade Fire, no es si siguen siendo una banda indie o si se han "vendido", sino ¿qué pasará después de conseguir tal logro? Y la interrogante surge más como una preocupación, pues muchos han sido los grupos que, viniendo de las trincheras del underground lograron montarse en el podio del mainstream sacrificando la integridad y calidad de su música.
¿Intentará Arcade Fire, a la hora de trabajar en su próximo disco, acomodarse a esa nueva audiencia que han ganado? ¿Tratarán de responder a intereses comerciales de aquí en adelante? ¿Cómo reaccionarán Arcade Fire y los demás grupos indie luego de haber sido picados por el bicho del éxito?
Vale la pena aclarar que yo no tengo nada en contra de que a una banda le vaya bien económicamente. A mí lo que más me interesa saber es qué pasará después. A mí lo que más me preocupa es el efecto que este logro pueda tener sobre la calidad de la música que editarán.
Mientras tanto, sigamos disfrutando la maravillosa música que las bandas indie nos están ofreciendo, y esperemos que estos artistas no sucumban al inminente e indiscutible peligro para su arte que supone el éxito comercial.
Comments
www.juancarlosmcdonald.blogspot.com
Me gustó, muy fino. Yo amo este disco. Pienso que valerse de las redes sociales es algo que solo un gafo no haría y eso no tiene nada que ver con venderse o no. Se trata de mostrar y creer en el producto de uno.
Besos!