No me gusta el mundo
Las librerías son unos de los sitios que más frecuento en Nueva York. Especialmente cuando sales a la calle en invierno, donde el clima se hace tan hostil que prácticamente te obliga a buscar refugio en cualquier tienda, las librerías se me convierten en plácidos albergues.
Una de las primeras cosas que hice al llegar a Nueva York fue obtener una tarjeta de descuento de BORDERS -esas mega-tiendas que venden libros, revistas, discos, DVD's, libretas, etc. Tener esa tarjeta te permite obtener, vía e-mail, cupones de descuentos que ellos te mandan semanalmente junto a otras promociones e información de eventos especiales en sus sucursales.
La semana pasada me llegó un email con un sujeto escrito en mayúsculas y acompañado al final de muchos signos de exclamación, en el que se me informaba sobre la liquidación de la BORDERS que queda en Wall Street. El cuerpo del correo decía: TODO, ABSOLUTAMENTE TODO EN OFERTA!!! TODO, ABSOLUTAMENTE TODO SE TIENE QUE IR DE ESTA TIENDA PORQUE SE VA A CERRAR!!!"
La tienda de Wall Street no es la única que va a clausurarse en Nueva York. Sólo quedarán dos en Manhattan: la de Columbus Circle y la que queda frente al Madison Square Garden. El cierre de estas tiendas se debe al estado de bancarrota en el que recientemente se declaró esta franquicia de librerías.
Luego de hacer algunas diligencias en Wall Street, me fui de lo más emocionado a la BORDERS de esa zona para ver cuáles ofertas podía disfrutar. Sin embargo, sólo me bastó entrar al establecimiento para sentirme un poco deprimido. El escenario era post-apocalíptico: la mayoría de los estantes estaban vacíos; carteles amarillo chillón con letras en naranja chillona inundaban la tienda mostrando el porcentaje de los descuentos; libros, revistas y discos estaban regados en el suelo ante la mirada imperturbable de los empleados de la tienda; algunos clientes revisaban unos libros (y tiraban al suelo otros) mientras compraban con desesperación los pocos libros que quedaban.
Al final salí de la tienda sin ningún libro en mi mano, ciertamente preocupado por lo que acababa de presenciar. Lo mismo me pasó cuando visité la extinta Virgin Megastore de Times Square (la tienda de música mas grande del mundo) en sus últimos días. Si bien ya la Virgin lo que menos vendía era discos, su cierre representó un hito mundial en la crisis de una industria musical que no supo reaccionar a tiempo ante la grave situación que estaba afrontando.
Yo me enorgullezco de pertenecer a esa rara especie de seres humanos que todavía compra discos en físico. A mí me gusta irme a las tiendas, tomarme mi tiempo buscando discos y salir con algo que pueda tocar, con algo que pueda sentir. Ya he hecho varias compras de mp3's en iTunes, y de "música digital" por Amazon y la sensación me resulta fría y vacía.
Creo que algo parecido fue lo que me pasó al salir de la BORDERS: presentí que algo similar está por pasarle a las librerías. Además, si consorcios tan poderosos como BORDERS y Barnes & Noble se han declarado en quiebra, motivados por el protagonismo de portales como Amazon y por la creciente tendencia de leer a través de e-readers como el Kindle, ¿qué quedará entonces para las pocas librerías independientes que siguen abiertas?, ¿qué quedará de la experiencia de ir a una librería y comprar ese libro que tanto quieres leer, de llevarte ese libro recomendado con genuino entusiasmo por parte de un librero?
Así como me quejo del deplorable estado de la experiencia de comprar discos y libros en físico, también reconozco que el cambio es inevitable y que las esperanzas para vislumbrar un panorama distinto son escasas -y las pocas que hay, muy frágiles. Asimismo estoy conciente de que los cambios son siempre recibidos al principio con resistencia por nuestras mentes.
De todas formas, necesitaba desahogarme. Dos de los grandes placeres de mi vida son leer y escuchar música, y un gran porcentaje de esa experiencia viene enriquecido por el proceso de comprar libros y discos: salir a la calle, tomar el metro, caminar hasta la tienda, pasear dentro de la tienda, buscar el libro, tomar el libro, ir hasta la caja, salir de la tienda con una bolsa en mi mano.
Sé que el mundo esta cambiando y que lo tengo que aceptar, pero no me gusta. Y no me gusta cuando esos cambios afectan a las cosas que más me gustan.
Una de las primeras cosas que hice al llegar a Nueva York fue obtener una tarjeta de descuento de BORDERS -esas mega-tiendas que venden libros, revistas, discos, DVD's, libretas, etc. Tener esa tarjeta te permite obtener, vía e-mail, cupones de descuentos que ellos te mandan semanalmente junto a otras promociones e información de eventos especiales en sus sucursales.
La semana pasada me llegó un email con un sujeto escrito en mayúsculas y acompañado al final de muchos signos de exclamación, en el que se me informaba sobre la liquidación de la BORDERS que queda en Wall Street. El cuerpo del correo decía: TODO, ABSOLUTAMENTE TODO EN OFERTA!!! TODO, ABSOLUTAMENTE TODO SE TIENE QUE IR DE ESTA TIENDA PORQUE SE VA A CERRAR!!!"
La tienda de Wall Street no es la única que va a clausurarse en Nueva York. Sólo quedarán dos en Manhattan: la de Columbus Circle y la que queda frente al Madison Square Garden. El cierre de estas tiendas se debe al estado de bancarrota en el que recientemente se declaró esta franquicia de librerías.
Luego de hacer algunas diligencias en Wall Street, me fui de lo más emocionado a la BORDERS de esa zona para ver cuáles ofertas podía disfrutar. Sin embargo, sólo me bastó entrar al establecimiento para sentirme un poco deprimido. El escenario era post-apocalíptico: la mayoría de los estantes estaban vacíos; carteles amarillo chillón con letras en naranja chillona inundaban la tienda mostrando el porcentaje de los descuentos; libros, revistas y discos estaban regados en el suelo ante la mirada imperturbable de los empleados de la tienda; algunos clientes revisaban unos libros (y tiraban al suelo otros) mientras compraban con desesperación los pocos libros que quedaban.
Al final salí de la tienda sin ningún libro en mi mano, ciertamente preocupado por lo que acababa de presenciar. Lo mismo me pasó cuando visité la extinta Virgin Megastore de Times Square (la tienda de música mas grande del mundo) en sus últimos días. Si bien ya la Virgin lo que menos vendía era discos, su cierre representó un hito mundial en la crisis de una industria musical que no supo reaccionar a tiempo ante la grave situación que estaba afrontando.
Yo me enorgullezco de pertenecer a esa rara especie de seres humanos que todavía compra discos en físico. A mí me gusta irme a las tiendas, tomarme mi tiempo buscando discos y salir con algo que pueda tocar, con algo que pueda sentir. Ya he hecho varias compras de mp3's en iTunes, y de "música digital" por Amazon y la sensación me resulta fría y vacía.
Creo que algo parecido fue lo que me pasó al salir de la BORDERS: presentí que algo similar está por pasarle a las librerías. Además, si consorcios tan poderosos como BORDERS y Barnes & Noble se han declarado en quiebra, motivados por el protagonismo de portales como Amazon y por la creciente tendencia de leer a través de e-readers como el Kindle, ¿qué quedará entonces para las pocas librerías independientes que siguen abiertas?, ¿qué quedará de la experiencia de ir a una librería y comprar ese libro que tanto quieres leer, de llevarte ese libro recomendado con genuino entusiasmo por parte de un librero?
Así como me quejo del deplorable estado de la experiencia de comprar discos y libros en físico, también reconozco que el cambio es inevitable y que las esperanzas para vislumbrar un panorama distinto son escasas -y las pocas que hay, muy frágiles. Asimismo estoy conciente de que los cambios son siempre recibidos al principio con resistencia por nuestras mentes.
De todas formas, necesitaba desahogarme. Dos de los grandes placeres de mi vida son leer y escuchar música, y un gran porcentaje de esa experiencia viene enriquecido por el proceso de comprar libros y discos: salir a la calle, tomar el metro, caminar hasta la tienda, pasear dentro de la tienda, buscar el libro, tomar el libro, ir hasta la caja, salir de la tienda con una bolsa en mi mano.
Sé que el mundo esta cambiando y que lo tengo que aceptar, pero no me gusta. Y no me gusta cuando esos cambios afectan a las cosas que más me gustan.
Comments
Te amo y te extraño como tu a tu lata de pirulin
Plu
Ese placer de buscar y encontrar (aquí mucho más difícil por la reducida oferta) parece desparecer. El cambio es inevitable, pero siempre existirán lugares para nosotros, para que ese hábito perdure, digo yo jejeje.