Luciano Supervielle: elogio de la sofisticación


En Luciano existe una combinación muy especial:
esa cosa refinada de su formación clásica,
y por otro lado lo de la calle,
lo urbano que te da el hip-hop y el vinilo
GUSTAVO SANTAOLALLA



A mediados de 2009, el Teatro Solís de Montevideo le propone a Luciano Supervielle que programe un concierto con su repertorio. El músico accede proponiéndoles un show acústico. Tomando en cuenta la importante presencia de la electrónica en su música, el recital constituye todo un reto. Supervielle acude entonces a Gustavo Santaolalla y Juan Campodónico, sus compañeros en Bajofondo, para que lo ayuden en la pre-producción de dicho concierto. Los músicos que forman parte de la presentación disfrutan tanto la experiencia, que luego de grabar el audio del concierto en vivo deciden seguir trabajando sobre ese material en el estudio. Seis meses después se edita R
êverie (2011), “ensoñación” en español, y que en palabras del mismo autor “hace referencia a una dualidad de realidades: la del show en vivo y la de ese mundo más imaginario y onírico que está dado por el estudio”.



I. Un colectivo rioplatense lanza a un wunderkind

A comienzos de la década pasada, Gustavo Santaolalla y Juan Campodónico se reunieron en un café de Madrid para discutir futuros proyectos. La idea más destacada fue la de formar una agrupación que re-interpretara el tango empleando el vocabulario de la música electrónica. Campodónico ya había trabajado en la fusión de sonidos generados por máquinas con géneros como la milonga y el candombe en la producción de Frontera (1999) y Sea (2001) del cantautor Jorge Drexler. El productor contó con la asistencia de Luciano Supervielle: un joven músico que gozaba de cierta notoriedad en la escena uruguaya gracias a su participación en la agrupación de hip-hop Plátano Macho.

Santaolalla y Campodónico decidieron seguir adelante con su proyecto (cuya propuesta luego fuera catalogada como “electro-tango”), e invitaron a Supervielle a formar parte de esta empresa. Supervielle, quien en ese momento estudiaba piano y composición en París e intentaba consolidarse como músico electrónico en esa ciudad, viajó a España para unirse a la dupla de productores y nace entonces lo que en principio se llamó Bajofondo Tango Club.

El grupo editó su primera placa homónima y alcanzó un notable éxito, no sólo en Argentina, sino en varios países latinoamericanos y europeos. En esta producción se incluyeron tres temas originales de Luciano Supervielle, pero él luego confesó haber trabajado en muchos otros. Este conjunto de piezas descartadas formarían parte de Supervielle (2004), la segunda placa editada por el colectivo rioplatense -y la primera de Supervielle como solista.

Supervielle obtuvo disco de platino en Argentina y numerosos halagos de la crítica. El éxito, si bien merecido, no dejó de ser inesperado. Mientras Bajofondo Tango Club ofrecía una propuesta mucho más accesible, bailable y en definitiva más comercial, Supervielle proponía un concepto más intelectual y sofisticado, representado por la impresionante fusión que su autor logró del legado transgresor de Astor Piazzolla y del lenguaje urbano del hip-hop.

El primer disco solista de Luciano Supervielle lo reveló como una de las voces más resaltantes de la escena alternativa de Latinoamérica. En temas como Centrojá, Miles de pasajeros y Pulso (1000 mares), el músico nacido en Francia despliega una asombrosa madurez en cuanto a composición, arreglos y orquestación. La propuesta sonora de Supervielle pudiera sintetizarse muy bien en el tema Décollage: ostinatos à là Piazzolla, tocados por instrumentos de cuerda, se apoyan sobre la base rítmica de un beat que evoca al hip-hop instrumental de Dj Shadow.


II. Una música soñada

La dualidad de Rêverie no sólo consiste de la adrenalina del directo y la frialdad cerebral de las consolas; este álbum también pudiera dividirse en dos segmentos basados en la naturaleza de sus piezas: originales y versiones. En cada una de ellas vuelve a evidenciarse la destreza de Supervielle en cuanto al balance que hace de la estética y la esencia de su música.

A diferencia de Supervielle, el contexto sonoro de Rêverie es netamente orgánico: el compositor se deshizo de su computadora (considerada su otro instrumento principal) “para tratar de encontrar un componente experimental en mi lenguaje y tratar de ver cuáles eran mis posibilidades a través del piano.”

Habiendo establecido esta inclinación pianística para su nueva producción, Supervielle decidió explotar la marcada influencia de artistas como Bach, los Beatles y Charly García -específicamente la de sus legendarias producciones editadas en los años ochenta como Pubis angelical (1982), Clics modernos (1983) y Piano bar (1984).

Esta misma influencia de García, traducida en cierta sonoridad del rock de los ochenta, es evidente en temas como Toco wood, donde unas notas tocadas por un sintetizador descansan sobre un beat inspirado en las pistas de baile. No obstante, Supervielle se encarga de incorporar este sonido en un lenguaje de pop de cámara -música popular tocada por instrumentos típicos de la música de cámara impecablemente tocados por miembros de la tropa Bajofondo: avier Casalla (violín), Martín Ferres (bandoneón) y Gabriel Casacuberta (contrabajo). Supervielle asume esa aparente frivolidad rítmica y melódica propia del rock ochentero y le confiere un notable aura de música académica con sus distinguidos arreglos.

Rêverie inicia con cuatro temas originales: Zizou, tema instrumental que consiste de un riff propio del rock progresivo sobre un beat de hip-hop; Toco wood, alegre, luminoso, bailable; Adónde van los pájaros, canción interpretada y co-escrita por el cantante uruguayo Gonzalo Deniz, de la banda Franny Glass; y Real y mágico, otra pieza donde Supervielle vuelve a hacer gala de su refinado estilo (la parte cantada por un coro de niños suena sencillamente conmovedora).

La primera de las versiones que se escucha en Rêverie es sin duda la más destacada: No soy un extraño, original de Charly García, cantada en sutil francés por el propio Luciano de una manera en la que también le rinde tributo al mítico cantante francés Serge Gainsbourg, considerado por Supervielle como uno de sus grandes referentes musicales.

Los covers fungen, en palabras del propio Supervielle, como “remixes aplicados a los instrumentos acústicos”. La reinterpretación que el uruguayo desarrolla de temas ajenos es otra evidencia de su talento a la hora de establecer una exquisita lectura orientada al detalle. Supervielle es un hacedor de música sofisticada –ya sea propia o apropiada.

El resto de los covers está compuesto por Baldosas mojadas, cantada por Juan Casanova de Los Traidores, una llamativa canción impecablemente arreglada a lo acid jazz. En la enternecedora Canción de muchacho se escucha la voz original del legendario Eduardo Darnauchans, considerado el “Bob Dylan uruguayo”. Gritar, clásico del rock uruguayo de los ochenta y cantada por Gabriel Peluffo, es una irreverente y potente mezcla de tango y punk. Indios, original de la banda brasileña Legião Urbana, e interpretado por Luisa Pereira y Dado Villa-Lobos (guitarrista original de la agrupación) es otro de los triunfos de Rêverie.

El resto de los temas originales de la producción está constituido por Artigas, perteneciente a la banda sonora del film del mismo nombre (la primera experiencia de Supervielle haciéndole música a la gran pantalla); Carrousel y el excelente Forma, donde Supervielle hace gala de un soberbio riff tocado en el piano y apoyado sobre un enérgico ritmo de hip-hop.

El álbum cierra con Un poco a lo Felisberto, una pieza instrumental dedicada al escritor Felisberto Hernández cuyo único protagonista es el piano. Supervielle, quien se confiesa admirador de la música hecha por los “impresionistas” franceses Fauré, Debussy y Satie, quizá le esté rindiendo un tributo a estos compositores, quienes escribieron muchas piezas para piano inspirados por los poemas de algunos escritores galos.


Rêverie es un verdadero testimonio de talento. Luciano Supervielle demuestra, con apenas su segunda placa como solista, una impresionante madurez, un afinado sentido estético y una audacia estilística que enriquece nuestros oídos y revitaliza la maravillosa paleta sonora que colorea el horizonte musical latinoamericano.


Este es el video de Adónde van los pájaros


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