Ballet Estable del Teatro Colón: cuando el pasado se hace nuevo
El término “neo-clasicismo” hace referencia a un estilo que aplica preceptos utilizados en el pasado: es una especie de lectura contemporánea del arte que se hizo siglos atrás. Por lo tanto, la palabra encierra una apropiación de cualidades antiguas en el momento presente. Más específicamente, en el ballet, el estilo neo-clásico se inspira en los principios de claridad, elegancia y belleza, postulados en la corte de Luis XIV de Francia, en los últimos años de la década del siglo XVII: lugar y fecha de nacimiento del ballet. A comienzos del siglo XX, el nombre de Mikhail Fokine estalló en la escena de la danza. Formado en la rigurosa escuela del Teatro Mariinksy de San Petersburgo, este bailarín, quien luego se convirtió en uno de los coreógrafos más importantes en la historia del ballet, decidió modernizar el legado de Marius Petipa, un gigante del arte cuyas emblemáticas coreografías reinaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX diseñándole pasos a las monumentales piezas musicales compuestas por Piotr Tchaikovsky.
Fokine decide entonces emprender un nuevo rumbo en la danza, pero sin olvidar la influencia de Petipa. La magnífica trayectoria de Fokine tiene sus inicios en las filas de Les Ballets Russes, la extraordinaria tropa de baile comandada por Sergei Diaghilev. La influencia de Fokine se hace sentir en coreógrafos como Vaslav Nijinsky y su hermana Bronislava Nijisnka, Leonide Massine y Frederick Ashton.
Trilogía Neoclásica II, un espectáculo que tuvo lugar en el Teatro Colón en varias fechas de octubre y que estuvo interpretado por el Ballet Estable del Teatro Colón, le rindió tributo al ballet neoclásico que tanto deslumbró a audiencias lo largo del último siglo.
El trío de piezas comenzó con Margarita y Armando, una pieza que Frederick Ashton coreografiara para la pareja más popular de la danza en la segunda mitad del siglo XX: Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn. Esta obra, musicalizada por la Sonata en Si menor de Franz Liszt (con arreglo orquestal de Dudley Simpson), estuvo inspirada en el clásico de la literatura La dama de las camelias escrito por Alexandre Dumas. Por lo tanto, es un ballet de narrativa -en efecto fue la única pieza del programa que contara alguna historia.
Margarita y Armando fue el ballet más neo-clásico de la noche. La pareja principal, conformada por Juan Pablo Ledo y Natalia Pelayo, hicieron gala de un clasicismo sofisticado y elegante: sus posturas, gestos y movimientos fueron hechos con admirable fineza. Los pas de deux que interpretaron también derrocharon romanticismo y sensibilidad. El resto del cuerpo de bailarines no tuvo una destacada participación, quizá a efectos de apoyar a la pareja protagonista de la historia.
El segundo ballet fue FugA_technic@, con coreografía del belga Éric Frédéric y música de Alexander Balanescu, compositor y violinista que participó activamente en la presentación de esta pieza. En la parte central posterior de la tarima estuvo dispuesto un paralelepípedo negro que funcionaba como base para un cuarteto de cuerdas acompañado por un baterista, ensamble que tocó la música más dinámica del programa.
FugA_technic@ fue el ballet que hizo el mejor manejo de los grupos de baile, logrando disponer también de una balanceada ocupación de la tarima. En esta pieza se reconoció la influencia de algunos de los nombres más importantes de la danza contemporánea: algunos pasos eran muy característicos de la dimensión física de George Balanchine, la manera en que algunos bailarines movían sus hombros hizo pensar en el desenfado de Twyla Tharp y algunas marchas eran muy similares a las que empleaba Jerome Robbins.
Un sentido de colectividad muy bien logrado se percibió a lo largo de esta pieza, donde la geometría de los cuerpos, tanto a nivel individual como grupal, constituyó uno de sus mayores atributos. Asimismo la precisión, el orden y la sobriedad fueron los pilares en que se sostuvo la coreografía de Frédéric: todos los recursos estuvieron muy bien administrados, nada parecía sobrar.
La música de Balanescu, quien merece una mención especial gracias a su destacada interpretación como violinista, tenía visos de un minimalismo que ofreció tensión y energía. La única crítica que le tengo a esta producción reside en términos de la iluminación, que en mi opinión no complementó de manera apropiada a los otros elementos que estuvieron implacables, como el vestuario y el austero escenario.
FugA_technic@ fue mucho más emocionante que Margarita y Armando, y si bien fue una de las cumbres de la noche, tan sólo serviría como preludio para lo que vendría a continuación…
El cierre de la trilogía estuvo a cargo de Before nightfall, con coreografía del holandés Nils Christe. Esta maravillosa obra ofreció un balance entre lo neoclásico y lo abstracto. Si en Margarita y Armando el énfasis recayó en una sola pareja, en esta pieza el acento estuvo en varias parejas. De igual manera, la coreografía de Christe resultó ser la más original de la noche. Hubo un momento en el que varios bailarines danzaron en puntillas hacia atrás y hacia delante: estos pasos mostraron una gracia muy cercana a la genialidad. De igual manera hubo varias piruetas, realizadas por algunos bailarines masculinos que alcanzaron niveles acrobáticos, lo cual dice mucho de la alta exigencia técnica que la coreografía demandaba.
La música, compuesta por Bohuslav Martinu, tuvo rasgos misteriosos, incluso enigmáticos y en mi opinión alcanzó a tener el mejor uso coreográfico de la velada. La conjunción entre el escenario y el vestuario también estuvo muy bien dada. Si en el término neo-clásico, la apropiación y el tributo son las palabras claves en su definición, entonces los dos últimos ballets fueron los que exudaron más contemporaneidad sin dejar nunca de mirar hacia el pasado.
Trilogía neoclásica II resultó ser una maravillosa oportunidad para apreciar la altísima calidad interpretativa del Ballet Estable del Teatro Colón. Pocas veces había sido testigo de un acoplamiento colectivo tan impecable. No en vano los bailarines argentinos han hecho historia tanto en el pasado como en la actualidad, donde siguen siendo solicitados por las mejores compañías de ballet del mundo.
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