Me faltas


Tenía tiempo sin escribir de ti. Y no porque no quisiera, sino porque sentía que no debía. Sentía que ya necesitaba dejarte atrás, que necesitaba no pensarte ni escribirte por un tiempo; pero no pude. O mejor dicho, me temo que no puedo.

Este año que acaba de terminar me fue bien. Me mudé a otro destino, estudié lo que me gusta, conocí gente nueva y buena. Este año que acaba de terminar me fue bien, pero a medias. Y simplemente porque no estuviste.

Hice todo lo posible por olvidarte. Me refugié en mis estudios y en mis escritos. Leí mucho, escuché mucha música, salí muchas veces. El exceso se me convirtió en alcoba. También intenté buscarte, o reemplazarte la verdad no sé, en otras. Salí con chicas que normalmente me hubiesen intimidado; sólo se me ocurre culpar a la indiferencia por tal coraje. Besé sin pasión, tuve sexo por necesidad. En nada de eso hubo algo parecido a un sentimiento. Lo disfruté, no lo niego, pero la experiencia tuvo el sinsabor del trámite.

Fui a conciertos, viajé, hice cursos, empecé nuevos proyectos. Llené mi agenda como quien intenta llenar una maleta que luego hay que aplastar para poder cerrar; para que no cupieras tú. Y creo que tuve éxito. Al menos por un tiempo. Pero llegaron los días libres de diciembre y volviste a aparecer. En sueños, acentos, olores, películas, recuerdos.

Me faltas. Porque esta felicidad que tengo, porque créeme que estoy feliz, es incompleta. Me siento bien, pero no pleno. Fantaseo con volverte a ver, con redactar las palabras que te quiero decir, con ensayar en cómo comportarme y con intentar imaginarme cómo me sentiré si nos reencontramos. La imaginación de por sí me acelera el pulso y me dibuja una sonrisa de estúpido que no puedo contener.

Me faltas. Porque vivir sin amor no es vivir. Esto de no imaginarme estar con alguien a mi lado no es vivir: al menos para mí. No es que esté vacío, pero mi tanque de ilusión sigue teniendo su lucecita roja encendida.

Me faltas. Porque cuando alguien me pregunta cómo estoy y le respondo que bien, aun cuando es cierto, no se siente cierto. Decirlo tiene el mismo efecto de las mentiras blancas, esas que se dicen con la intención de no hacer daño.

Me faltas. Y eso no significa que siga estando en el mismo lugar cuando me dijiste adiós, pero tampoco es que estoy tan lejos. En estos días le confesé a una amiga que todavía era incapaz de pasar tu página, de decirle adiós a esa historia que lleva tu nombre. Resulta que, como el amor, el adiós también tiene que ser recíproco. Y yo todavía no puedo despedirme de ti. Y tampoco es que no lo haya intentado. Como te dije en párrafos anteriores, he hecho una práctica consciente de la pro-actividad, pero estos siguen siendo los días en que me resulta insuficiente.

Mientras tanto no me echaré a morir. Nunca lo he hecho. Seguiré haciendo las cosas que me hacen sentir vivo. Además, el año que viene para mí tiene muy buena pinta. Tendrá emoción, algunos cierres, un regreso y muchos proyectos y promesas que me entusiasman y amenazan con eyectarme de la cama bien temprano durante los días venideros.

Pero me seguirás faltando. Ya sabía yo que era demasiado lento para reponerme de estas cosas, pero contigo nada me sirve: ni el pronóstico, ni la expectativa, ni mucho menos la ilusión.

Me faltas. Y me duele aceptarlo. Creí, y llegué a estar convencido, que para esta época ya lo habría superado todo. Pero es que hasta en eso has sido única. No hay ni canciones, ni palabras de madre, ni consejos de amigos, ni frase de libro de autoayuda que me haga olvidarte. Por ahora se me sigue haciendo imposible.

Me faltas. Y esta confesión sigue teniendo un tonito de pérdida, de estancamiento, de retroceso. Siento que necesitaba desahogarme con estas palabras pero escribirlas tampoco creo que me haya servido de mucho.

Quisiera pensar que vienen tiempos mejores, que seré una mejor persona con el paso del tiempo, que pronto aprenderé a vivir sin ti, pero todo lo siento como cuando ves el tráiler de una película que mueres por ver pero a la que aún le falta mucho tiempo por estrenarse.

Me faltas. Y la frase ya me suena a letanía, a oración repetitiva que uno recita para pedir que algo bueno pase o para que algo malo se termine. Pero no puedo dejar de decirla, no puedo dejar de creérmela. Y lo que quizá sea peor de todo: no puedo hacer nada para que deje de afectarme.

Me faltas. Porque desde que te fuiste ya no soy el mismo y porque desde entonces dejé de saber quién soy.


Me faltas. Porque ya estoy desesperado por volverme a creer ese cuentico de que el amor sí existe.   

Comments

Ora said…
Lo que te mueve así no se olvida Vic, se supera.

Feliz año!

Pronto te escribo sobre tu café y mis favoritos. Abrazo!
Anonymous said…
qué chulo, justo lo que siento :_
Anonymous said…
Hola, no acostumbro a comentar pero esta vez lo quise hacer.
Nos enfocamos en pensar que la felicidad no esta completa porque hace falta "esa persona", pero llega un punto en que te das cuenta que lo superaste y que solo estabas enfocado en el recuerdo de lo que fue, en que realmente lo que extrañaste fue el amor y no a esa persona, dos cosas totalmente distintas, pues el amor (menos mal) conseguirás en otra mujer.

Suerte :)
Anonymous said…
bien évidemment, comme victor-marin.blogspot.ru cependant vous avez besoin de tester l'orthographe sur plusieurs de vos messages. Un certain nombre d'entre eux sont en proie à des problèmes d'orthographe et j'ai trouver qu'il est très difficile de raconter la réalité pourtant je vais certainement revenir.
Anonymous said…
Ánimo...
En algún momento se te acabarán los recuerdos.
En algún momento conocerás a alguien nuevo.
En algún momento podrás superar todo esto, mirarás al pasado y sonreirás porque el futuro te deparó algo mejor.
¡Ánimo!

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