Un gran pedacito de mi Venezuela
Hace
algunos días cumplí cuatro años de vivir fuera de mi país, Venezuela.
En los dos viajes que me han llevado a Nueva York y a Buenos Aires -las
ciudades donde he residido- un objeto ha ocupado un espacio vital en mi maleta:
una edición de Poemas Selectos de
Eugenio Montejo.
La poesía de Eugenio Montejo ha sido determinante en mi vida.
Cuando estudié Ingeniería Electrónica en la Universidad Simón Bolívar tuve el
privilegio de tener como profesor de literatura al poeta Arturo Gutiérrez Plaza.
Arturo me enseñó a leer poesía; leer poesía me llevó a escribir mis primeros
poemas; y mis primeros poemas me llevaron a convertirme en escritor.
Arturo, a quien considero uno de mis maestros en mi vocación de escritor, me introdujo
al maravilloso mundo de Eugenio Montejo. En sus clases estudiamos sus poemas y
hasta tuvimos el inmenso honor de tener al poeta como invitado en una ocasión.
Asimismo tuve el inmenso honor de asistir a un taller de poesía que Montejo
impartió en dos mañanas inolvidables durante la Semana de la Poesía del año
2004. En ese evento el poeta también fue el protagonista de una de las veladas
que más atesoro en mi vida y que compartí con mi mamá: un recital de poesía que
ofreció en el auditorio del Corp Banca.
Desde entonces su poesía me ha acompañado siempre. Y no sólo en mi maleta, sino
también en mi corazón. No exagero: los hermosos versos de Montejo son un
pedacito de mi Venezuela que llevo siempre adonde quiera que vaya.
En los últimos años he practicado el ritual de regalarle un ejemplar de su obra
a grandes amigos que he conocido fuera de Venezuela: gente muy querida de Santiago
de Chile, Madrid y Nueva York. Obsequiarles las letras de Montejo es entregarles
la parte más bonita de mi Venezuela.
Mi país ha tenido que pasar durante los últimos días por muchos momentos
oscuros. Asesinatos, torturas y violaciones son algunas de las palabras que
forman parte de ese vocabulario horrible que acompaña al nombre de mi país en
titulares de prensa, tweets y status de Facebook.
Pero Venezuela no es sólo eso, mi país también ha sido cuna de talentos artísticos,
científicos y políticos; mi país ha recibido con sus brazos abiertos a
emigrantes que huyeron de guerras civiles, mundiales y dictaduras.
En estos momentos, en los que más me duele mi país, es cuando la poesía de
Montejo se me hace más necesaria. Entonces busco mi copia de Poemas Selectos, abro sus páginas, leo algunos
poemas y suspiro, que es el sonido que hacen las penas cuando descansan.
Leer a Montejo es agitar las manos como para despejar el humo de una comida que
se quema, como ponerle las luces altas a un carro que acaba de entrar a un
túnel oscuro.
Leer a Montejo es recitar la belleza ineludible de mi país.
Comments
Un fuerte abrazo, querido Victor
Love
G