No hay guión
La mayoría de mis veinte se me fue en arrepentimientos: cosas que no debí haber hecho, cosas que debí haber hecho, cosas que debí haber hecho mejor. Estos constantes y severos reproches hicieron mella en mi confianza y autoestima.
Pero los treinta me llegaron con una revelación, una que incluso cuando parezca
bastante obvia, me retumbó con su contundencia: en esta vida no hay guión.
En esta vida no contamos con un manual que nos diga cómo vivirla. En esta vida
nadie sabe qué es lo correcto, ni nadie tiene el monopolio de la razón. En esta
vida nadie sabe ni qué es lo que va a pasar, ni qué es lo mejor que puede
pasar.
Antes de tomar cualquier decisión, lo único que se puede llegar a tener es una
idea (muy débil, por cierto) de cómo puede terminar siendo: si va a ser
acertada o si quizá vaya a ser un gran error; al final, lo único que uno puede
hacer es intentar. Las decisiones no son más que apuestas.
Una de las más poderosas motivaciones que me han guiado en mis últimas
decisiones es la verdad. Si siento de manera genuina que debo hacer algo,
entonces lo hago, apartando a un lado si eso es lo correcto, lo apropiado, lo
conveniente.
En estos últimos meses también he estado en contacto con gente que le ha dado
giros significativos a su vida: quiebres que les han dado felicidad, impulsos
del corazón que han encontrado magia en la realidad.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pensado en tomar decisiones
que desafían el sentido común, que no parecen muy sensatas. Ahora bien, hay
veces en que tenemos que asumir audacia y coraje para terminar de hacer cosas
que nos harán felices: incluso cuando atenten contra nuestro raciocinio.
¿Quieres tomar lecciones de canto porque siempre soñaste con cantar? ¿Quieres
renunciar a tu trabajo para emprender tu propio negocio? ¿Quieres irte a vivir
algunos meses en la ciudad de tus sueños? ¿Quieres decirle a alguien que te
gusta?
Si lo sientes, ¡entonces hazlo!
No te preocupes si es lo correcto o si está mal, no dejes que eso te frene. Si
nada está escrito en esta vida es sencillamente porque nadie lo escribió.
Recuerda: en esta vida no hay guión.
A veces nos abrumamos porque tendemos a creer que el “no saber” nos congela,
nos abruma, nos intimida; pero no, todo lo contrario: ¡el “no saber” es liberador!
Primero hazlo, ya luego te enterarás si estuvo bien o mal, que incluso en todo
caso siempre va a ser mejor que no hacer nada. Y si estuvo mal aprende y ya
está. Igual vas a aprender, que sigue siendo ganancia.
En esta vida no hay guión. Esa es la grandeza de la vida: que eres libre para
escribir tu propia historia.
Así que agarra una hoja de papel, respira profundo y comienza a vivir.
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