Rodéate
Rodéate de personas geniales, talentosas, apasionadas, trabajadoras, creativas, inteligentes, emprendedoras.
Rodéate de personas que comparten tus pasiones pero que cuestionan tus
opiniones.
Rodéate de personas que te presionan a ser mejor, que te motivan a esforzarte,
que te impulsan a perseguir imposibles.
Rodéate de personas de las que puedes aprender, de ésas que te enseñan con tan
sólo escucharlas.
Rodéate de personas que trabajan fuerte, de ésas que no conocen ni de horarios,
ni de domingos, ni de feriados; de ésas que no creen en los “días libres”.
Rodéate de personas más inteligentes que tú, de ésas que se aferran a los
libros, de ésas que constantemente están aprendiendo algo nuevo, de ésas que
coleccionan obsesiones.
Rodéate de personas que confían en sí mismas, de ésas que van con todo, de ésas
que tienen ganas.
Rodéate de personas que son apasionadas, de ésas que te contagian con su aura
de entusiasmo, de ésas que sonríen y se emocionan cuando te hablan de sus
proyectos.
Rodéate de personas positivas, optimistas, con buen humor, de ésas que no creen
ni en la suerte ni en las excusas, de ésas que la negatividad no entra cabida
en sus vocabularios, de ésas que no se intimidan por el fracaso sino que se
preocupan en cómo reaccionar y enfrentársele.
Busca a estas personas, busca estar en contacto con ellas, busca trabajar con
ellas, busca aprender de ellas, busca compartir con ellas.
Al final tu entorno termina condicionándote, así que diseña intencionalmente el
mejor entorno para que puedas desarrollar tu genialidad y presentársela al
mundo.
Y te conviertas en la mejor persona que puedas ser.
Porque quién sabe, a lo mejor pronto alguien lea esto y entonces quiera rodearse
de ti.
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