Una mesa más, dos solitarios menos (VIII)


En estos días compartí una mesa en la feria de comida del Galerías Pacífico, un centro comercial que está ubicado en pleno microcentro porteño. En esta ocasión conversé con Ashlee, una joven norteamericana que estuvo tres meses en Buenos Aires y que está por irse a Santiago de Chile para pasar otros tres meses. La conversa fue corta pero intensa y en ella Ashley me contó cómo los viajes son las herramientas más poderosas para buscarnos a nosotros mismos.


Ashlee (A): ¿Me puedo sentar acá?

Victor (V) Sí, claro.

A: Gracias.

V: De nada. ¿De dónde eres?

A: ¿Tan malo es mi español?

V: No, de hecho es muy bueno, pero los acentos no pueden ocultarse.

A: Tienes razón. Soy de Estados Unidos.

V: Eso pensé. ¿Y qué haces acá?

A: Trabajo de mesera en un restaurante en Palermo, pero ya me queda poco tiempo en la ciudad: esta es mi última semana.

V: ¿Cuánto tiempo pasaste acá?

A: Tres meses.

V: ¿Te gustó?

A: Mucho.

V: ¿Y cómo te sientes? Digo, en estos últimos días antes de irte.

A: Un poco triste, pero emocionada también. Buenos Aires me encantó pero me emociona mi próximo destino: Santiago de Chile.

V: ¡Qué bien! ¿Y qué vas a hacer allá?

A: Seguir trabajando de mesera… bueno, al menos eso espero.

V: ¿Ok, pero es realmente lo que vas a hacer allá? Me imagino que es lo que te paga las cuentas, pero ¿qué es lo que vas a hacer en realidad?

A: No sé, la verdad. Estoy viajando, estoy conociendo, me estoy buscando. No lo tengo muy claro... Y la verdad es que no me preocupa.

V: Bueno, debo admitir que te envidio un poco.

A: ¿Por qué?

V: Porque afrontas esa incertidumbre con mucha tranquilidad. A fin de cuentas te estás yendo a otro país, con otro idioma, con otra cultura.

A: Sí, pero tú tampoco eres de acá, ¿cierto? Los acentos no se ocultan. ¡Y tu acento no es porteño!

V: Tienes razón, soy de Venezuela.

A: Bueno, pero entonces haces algo muy similar: no tienes por qué envidiarme.

V: Bueno, tienes algo de razón, pero igual admiro eso de que estés en movimiento, de que te estés buscando.

A: Pero ¿acaso no estamos todos en esto? ¿En esto de buscarnos?

V: No sé, me parece que hay mucha gente que ya se encontró, que ya tiene su vida hecha.

A: Yo no creo realmente que haya mucha gente así. Hay mucha gente que aparenta tener su vida hecha, pero todos nos estamos buscando. Lo que pasa es que yo lo hago viajando.

V: Que es la mejor manera del mundo...

A: Tú me entiendes. ¿Has viajado mucho?

V: En estos últimos meses sí. Y creo que para tratar de encontrarme también.

A: Ahí lo tienes. ¡Estamos todos en esto!

V: Ok, pero ¿no te preocupa no haberte encontrado todavía? A mí hay veces que me abruma.

A: ¡Pero claro! Aunque más me asusta que llegue un día en que tenga todas las respuestas. ¡Eso sí sería muy freak! Prefiero seguir teniendo preguntas. Mira que si no tengo nada que encontrar, ¿para qué voy a seguir viajando entonces?

V: Jajaja, ¡claro! ¡Esa es la excusa perfecta!

A: No te sientas mal por no encontrar respuestas. El día que dejes de tener preguntas... !a ese día sí tienes que tenerle miedo! Y disculpa que suene tan a libro de auto-ayuda, ¡pero es verdad!

V: Jajaja, ¡tienes razón!

A: Bueno, me tengo que ir. Ya sabes, ¡por lo de seguir en movimiento! jajaja

V: ¡Suerte entonces y que la pases lindo en Santiago!

A: ¡Gracias!

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