El lujo de no saber
Hace un par de meses Louis CK publicó, de la nada, una nueva serie de televisión titulada Horace and Pete en su página web. Y cuando digo “de la nada”, me refiero precisamente a eso: el anuncio fue una total sorpresa.
La movida generó entusiasmo en redes sociales, donde se comentaba con mucha emoción el hecho de que hubiese una nueva obra con la firma del brillante comediante, escritor y director estadounidense.
En lo que me enteré de la noticia busqué el primer episodio de inmediato y lo disfruté con intensidad. Efectivamente, Louis CK había creado otra obra maestra.
Lo mejor de mi experiencia fue que no sabía con qué me iba a encontrar. No sabía si la serie era una comedia o un drama -o lo que en verdad terminó siendo: un poco de las dos. No sabía quién estaba en el reparto. No sabía, en todo caso, de qué iba la serie.
Al final la sorpresa se extendió desde mis expectativas hasta mi impresión final. Louis CK confiesa que ése había sido uno de sus objetivos cuando decidió mantener el proyecto en secreto: la ausencia de cualquier material de prensa que predispusiera de cualquier manera a su audiencia. Su cometido era que la gente juzgara a la serie por lo que era y no por lo que se “vendiera”.
Este cambio en el establecimiento de expectativas -o la ausencia de ellas- es altamente significativo. ¿Cuántas veces no nos hemos predispuesto -tanto positiva como negativamente- ante una nueva serie, película o disco antes de verla? ¿Cuántas veces no nos dejamos llevar por lo que dicen los fanáticos -o detractores- de algo que no hemos visto?
Como espectador -y escritor- no sólo le agradezco a Louis CK su genialidad, sino también el hecho de que me haya dejado disfrutar algo que ya no se disfruta: ver algo sin saber qué es.
Gracias Louis, por dejarme disfrutar ese lujo inconmensurable de no saber.
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