The new sound of the Venezuelan gozadera: 20 años de un clásico caraqueño
Hay discos que te cambian la vida; hay discos que te marcan la vida; y hay discos que tienen el poder de lograr las dos cosas: discos como The new sound of the Venezuelan gozadera (Luaka Bop, 1998) de Los Amigos Invisibles.
En estos días, cuando leí en Twitter que el álbum había cumplido 20 años, me trasladé de inmediato al momento en que lo descubrí. Acto seguido, analicé la importancia que encarna tanto en mi vida personal como en mi vida musical.
The new sound... cambió mi vida musical porque hasta el momento en que fue editado lo que escuchaba era rock pesado, ya sea en los géneros de heavy metal o nu-metal. Las producciones de Metallica, Pantera, Marilyn Manson, Limp Bizkit y Korn eran las que habitaban mi Discman y ocupaban mis horas de hedonismo auditivo.
Sin embargo, todo cambió el día que escuché una emisión especial de Sótano Iberoamericano (un programa de La Mega de rock en español) dedicada a la producción de Los Amigos Invisibles.
El tema que causó la primera -y más poderosa- impresión fue Cachete a cachete, una especie de R&B con matices latinos que me enganchó de manera instantánea. Tras escuchar el resto de los temas, recuerdo que le pedí a mi papá que me llevara a una tienda de discos en cuanto pudiéramos, pues sentí un impulso irrefrenable de tener esa música en mis manos.
La primera vez que escuché The new sound… constituyó una especie de cataclismo, pues no había escuchado algo -primero que fuera parecido y segundo que me gustara tanto. Lo que supieron concebir Los Amigos Invisibles fue un delicioso funk caraqueño, tomando influencias del acid-jazz londinense pero aderezado con cierto tumbao caribe y con letras elocuentes de un irresistible humor venezolano. El resultado, como su mismo título lo indica, es una verdadera gozadera.
Sospecho que a nivel personal resoné tanto con la propuesta de Los Amigos Invisibles porque en ella encontré una manifestación local, y por ende cercana, de la música negra que tanto le gusta a mi mamá y que tanto escuché en mi infancia: Earth, Wind & Fire, James Brown, Kool & the Gang, The Commodores.
Desde entonces, el funk se convirtió en mi música favorita (mi nickname en Twitter es @veeteefunk); Los Amigos Invisibles se convirtieron en mi banda venezolana favorita; y The new sound… logró ocupar desde entonces un sitial en mis discos favoritos de toda mi vida.
The new sound... marcó mi vida personal porque se convirtió en la banda sonora de 1999, el año más feliz de mi adolescencia ya que fue mi quinto año de bachillerato, y el último que pasé en Puerto La Cruz antes de regresar a Caracas: un año de mucha playa, joda con mis amigos, muchas sonrisas.
(The new sound... también forma parte de un recuerdo hasta ahora oculto: la vez que audicioné para un concurso de canto en la Universidad Simón Bolívar. Como sólo aceptaban canciones tocadas en géneros de música tradicional venezolana, participé con Aldemaro en su Camaro.)
The new sound of the Venezuelan gozadera ha adoptado una especial dimensión en mis años de emigrante porque es un disco que suena a Caracas. Y suena a Caracas porque tiene de todo un poco: funk (Ultra-funk), merengue (Ponerte en cuatro), disco (Disco anal), onda nueva (Aldemaro en su Camaro), mambo (Mango cool), bossa (Las lycras del Ávila).
Este álbum logró instalarse en ese sitio especial en mi memoria donde habitan esos momentos de felicidad llenos de conciencia: esos de cuando eras feliz, y lo sabías.
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