Victorias íntimas



Hay triunfos que son estrictamente personales.

Logros que no pueden ser celebrados por nadie más sino por uno mismo.

No es cuestión de egoísmo, se trata de las victorias íntimas: triunfos que sólo uno está consciente de lo que realmente significan.

Si bien la felicidad únicamente es auténtica cuando se comparte, en estos casos de nada sirve compartirla.

Las victorias íntimas se reconocen precisamente cuando sabes que pierden su magia cuando las compartes con otra persona.

¿No les ha pasado alguna vez que ven a un amigo muy sonriente, y cuando le preguntan qué les pasa, no te ofrecen respuesta alguna? Pues es muy probable que esa persona haya obtenido recientemente una de estas particulares conquistas.

Las victorias íntimas se celebran alzando una copa de vino tinto o de champaña, chocándola con el aire, metáfora de que, en realidad, es un brindis para uno mismo.

Asimismo debe buscarse un manjar para la boca, en la soledad que brinda un cuarto con la puerta cerrada, un banco en una plaza, el puesto del copiloto de tu carro estacionado en cualquier mirador de la ciudad.

Las victorias íntimas sirven para reconciliarnos, para que sigamos confiando en nosotros mismos, para que nos queramos un poco más.

No es cuestión de egoísmo.

Así es como deben celebrarse este particular tipo de pequeñas, pero sublimes felicidades.

Comments

santiajh said…
Salud.

Otro estupendo texto. Felicidades y gracias por compartirlo.

ciao ciao

Acid Jazz Hispano
Pulgamamá said…
Estoy de acuerdo, hay triunfos que son demasiado íntimos y compartirlos les quita su magia. Pero que conste que para cuando quieras compartir victorias con cafe, una birra, comida thai o leyendo revistas de chismes en Barns and Noble (bueno tú lees libros, yo leo revistas de chismes) ahí estoy.
Abrazos

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