Una mesa más, dos solitarios menos (IV)


La vida vuelve a regalarme una conversación maravillosa. En esta ocasión, comiendo en el “patio de comidas” del shopping Alto Palermo, compartí una mesa con una argentina a quien la vida le cambió en muy poco tiempo, pero para mejor. Acá les transcribo las magníficas palabras que compartió conmigo.


A (Argentina): ¿De dónde sos?

Y (Yo): De Caracas, Venezuela.

A: Ah, mirá qué lindo. Venezuela es un país hermoso. Nunca he estado, ¿eh?, pero he visto fotos increíbles de allá.

Y: Sí, es un país hermoso.

A: ¿Lo extrañás?

Y: Claro, y eso que tengo menos de un mes viviendo por acá.

A: Normal... ¿Viniste a estudiar?

Y: Sí, estoy haciendo un posgrado en la UBA.

A: Bárbaro. ¿Y te gusta Buenos Aires?

Y: Sí, es una ciudad muy linda. Y la gente es muy simpática también.

A: Bueno… Aunque debe estar difícil ¿no?, eso de vivir fuera de tu país.

Y: Lo es. Y eso que esta es mi segunda vez, porque también viví en Nueva York por dos años. Pudieras pensar que ya debería estar acostumbrado, pero no. Creo que esta vez hasta se me hizo más difícil volver a irme de mi país.

A: Sí, lo hubiese pensado, pero la verdad no puedo decir mucho. Nunca he vivido afuera y creo que nunca lo podría hacer.

Y: ¿Por qué?

A: No sé, creo que no lo soportaría. No creo que tenga el valor como para tomar una decisión así.

Y: ¿Te parece?

A: Pero claro… ¿Vivir lejos de mis padres? ¿Vivir fuera de casa? Es que no me lo puedo ni imaginar…

Y: Y tú, ¿qué haces?

A: Bueno, que ¿qué hago? Pues hago de madre.

Y: ¿Ah, sí? Qué bueno, pero me imagino que harás algo aparte de eso, ¿no?

A: No, ahora no. Viste que acabo de tener un nene. Se llama Pablo, como su papá.

Y: Felicidades.

A: Gracias, aunque lo mejor de todo es que no fue planificado.

Y: Ah…

A: Bueno, que no me lo esperaba. Salí una noche con un amigo a ver una película. Luego nos fuimos a un bar a tomarnos algo, yo qué sé, y luego bueno… luego pasó exactamente lo que está pasando ahora por tu cabeza… y a los nueve meses nació Pablo.

Y: ¡Qué bien!

A: Y al principio no lo fue, no vayas a creer. Mi vida pasó a ser algo… pasó a ser una cosa que ya no era mía, no sé si me entendés. Viste que tenía trabajo, vivía en un departamento para mí sola... Mi vida era perfecta, pero ponele que perfecta entre comillas, porque perfecta de verdad es la vida que tengo ahora. Al principio todo fue crisis, claro, contárselo a mis padres, a mis amigas, decirles que iba a tener un hijo de alguien que no era mi novio, siquiera.

Y: ¿Y ahora estás con él?

A: Claro, y nos enamoramos… Y no vayas a pensar que fue que nos juntamos para criar al nene. No, nos juntamos porque nos enamoramos, y en las circunstancias más particulares del mundo, ¿viste? Yo con mi panza, él con su miedo terrible de ser papá. Nos mostramos tal y como éramos, porque no teníamos de otra, y nos gustó lo que vimos, y nos enamoramos y estamos felices.

Y: Qué bella historia.

A: Sí, pero te repito: al principio no lo fue. Al principio me quería morir... Los pocos días que podía dormir luego me despertaba preguntándome que por qué me pasaba esto. Luego me fui enamorando del Pablo y enamorándome de mi panza, y entonces un día dejé de preguntarme el por qué… viste que después lo que estaba era desesperada porque naciera mi nene.

Y: ¡Qué lindo!

A: ¡Pero si ya hablás como nosotros!

Y: Jajaja.

A: A lo que apunto con todo esto, es que vos pensás que podés controlar tu vida… pero no es así. Vos tenés que dejar que la vida te lleve a ti, y ya está. Viste que la vida es como si te tomara de los hombros y te levantara, y luego te dejara en un sitio, y luego te tomara otra vez y así… Vos lo que tenés que hacer es quedarte allí flojito y dejar que te levante y que te lleve, porque al final ella te va a dejar en el mejor sitio. Sólo recordá: quedate flojito.

Y: Lo recordaré entonces.

A: Bueno venezolano, pasala lindo por acá. Ha estado bueno esto de compartir mi merienda contigo, pero me tengo que ir, mira que no es uno sino dos los hombres que me esperan ahora en casa…



Acá puedes leer las tres primeras entregas de esta serie:


Una mesa más, dos solitarios menos (I)

Una mesa más, dos solitarios menos (II)

Una mesa más, dos solitarios menos (III)

Comments

Ora said…
Qué bonito eso de "Viste que la vida es como si te tomara de los hombros y te levantara, y luego te dejara en un sitio, y luego te tomara otra vez y así… quedate flojito."

Lo que hace felices a otros no es lo mismo que nos hace felices a nosotros (o eso creemos). Una lección nos dio.

A quedarse flojito.
Anonymous said…
En este preciso momento, me entrego a Dios y me ¨"quedarè flojita" con la esperanza de que todo va a salir bien.
Me cayo de un relindo esa entrevista.
Ademas de que me hizo recordar un episodio de mi vida muy parecido y de que es totalmente cierto que uno se enamora de sus "barrigas"

Besos

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