Mis treinta (y uno)


Aren’t the thirties wonderful?

URSULA NORDSTROM


Siempre consideré a los treinta como un importante hito en la vida de una persona. No recuerdo dónde, pero alguna vez leí que la tercera década representaba la despedida absoluta de la juventud y la consolidación definitiva de la adultez. Sea como sea, lo que quiero decir es que siempre le tuve miedo a llegar a mis treinta.

Sin embargo, miedo es lo que menos siento al cumplirlos, lo cual bien pudiera representar en sí mismo un síntoma de llegar a esa edad. 

A ver, cómo se los digo: me siento muy bien, de hecho me siento mucho mejor de lo que alguna vez imaginé al cumplir esta edad.

No sé muy bien a qué atribuirle esta sensación pero imagino que tiene que ver -y en esto insisto- con la edad en sí misma. 

Tendemos a subestimar al tiempo, a quejarnos de que pasa muy lento o muy rápido o de que se nos hace insuficiente para hacer todo lo que queremos hacer; pero rara vez le agradecemos algo. Y eso, precisamente eso, es lo que quiero hacer con este post: yo quiero darle públicamente las gracias al tiempo.

Los inicios de mis veinte han sido la etapa más difícil de mi vida. Luego de haber estado entre los primeros de mi promoción en bachillerato y de haber gozado de un primer año prometedor en mi carrera de ingeniería, mi autoestima se desmoronó: reprobé varias materias en la universidad, me desenamoré de mi carrera y terminé estancado sin ningún atisbo de progreso por un par de años.

Un par de años de los que no recuerdo haber hecho nada productivo, un par de años en los que no supe qué carajos era, ni qué carajos quería. Un par de años en los que no sólo estaba perdido, sino un par de años que perdí para siempre.

Desde entonces me he reprochado la pérdida de esos años que, para muchos, son los más importantes de la vida simplemente porque es cuando comienza todo, cuando uno tiene las energías para todo.

De todas formas el tiempo me ha ayudado a conciliar el arrepentimiento de haber desperdiciado esos años: el tiempo ha ayudado a que haga las paces conmigo mismo. 

Dos o tres años luego de ese fatídico período, mi vida dio un vuelco: hice cursos de escritura y comencé a escribir seriamente, conocí a gente maravillosa y consolidé mi pasión por la música. Ah, y también comencé a escribir en este blog. 

Luego terminé mi carrera y me fui a estudiar en Nueva York, donde viví los dos mejores años de mi vida. Descubrí mi vocación profesional, trabajé con gente extraordinaria, me enamoré, conocí a más gente maravillosa y lo que quizá sea más importante: empecé a llevármela mejor conmigo mismo. 

Después me vine a Buenos Aires a seguir estudiando y creciendo como persona. En tan sólo dos semanas, la ciudad me llenó de cariño: uno que ineludiblemente viene acompañado de pizzas y cervezas en algún bar encantador de la ciudad, y compartidas con gente encantadora de la ciudad. 

En Buenos Aires he comprobado que se puede hacer amigos rápidamente y que la gente buena no es invento de novelas ni de películas, sino que existe y habla en un irresistible acento porteño.

En Buenos Aires también he creado más que nunca. Estoy más seguro de lo que quiero y de lo que no. Ya no me preocupan las cosas que antes me atormentaban. De hecho, hasta celebro las cosas que antes me avergonzaban de mí mismo. Amo más que nunca a mi familia, a mis amigos y a mi país. Mi autoestima goza de una salud esencialmente porteña ¿viste?, y mis ganas de vivir y de crear me eyectan de mi cama todos los días desde bien temprano.

Aún me falta mucho para llegar a ser lo que quiero (si es que efectivamente exista algo como eso) pero sé que estoy yendo en la dirección correcta, sé que todos los días avanzo, y también estoy seguro de que si me sigo llevando bien conmigo mismo puedo llegar muy lejos. 

En Buenos Aires, y con la ayuda del tiempo, llego a mis treinta (y uno) sintiéndome mejor que nunca. 

Comentarios

Anónimo dijo…
como te extrañooooo a tus 31 y a los que sea
vuelveeee
te amo

g
Ora dijo…
¡Feliz cumpleaños! Qué bueno que tú te caigas bien, porque a mí también me caes buenísimo :)
Anónimo dijo…
Lindo e inolvidable 18-08-1983 Y yo lo sabia.....

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