La forma


Él llevaba conociéndola por 10 años.

Hoy, sin embargo, no sería la misma.

Al menos para él.

Cenaron, hablaron y, aún después de tanto tiempo, él no lograba entenderla.

Sólo se conformaba con mirar de cerca su sonrisa.

Con contemplar la forma en que miraba hacia abajo, ladeando levemente su cabeza hacia la izquierda, cuando se disponía a hacer una de sus tantas “confesiones”, que no eran más que monólogos interminables acerca de la vida, los hombres y hasta ese mundillo escabroso de la política.

Se querían, de eso no había duda.

El problema, para él, estaba en la forma.

Aunque ya la decisión estaba hecha.

Esta noche, no serían los mismos.

Ni el ni ella.

Él había decidido no entenderla.

Tan sólo deseaba la garantía de esa sonrisa, por un tiempo más largo y una cercanía más íntima.

Era, pues, cuestión de cambiar la forma.

Comments

Naky Soto said…
¡Que lindo Victor! ¡pero que lindo! Y es que ahí, en un descriptor tan sencillito como ese que explotas del ladeo de la cabeza radica para mi la nuez de un amor profundo ¡que cosa tan loca! ¿no?

Un abrazo de esta forma,

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