Este segundo amanecer
Por segundo día consecutivo soy el primer cliente de la panadería. De nuevo he visto cómo el amanecer se apodera del cielo, de esa masa etérea que nos envuelve. Pareciera como si derramaran desde allá arriba un enorme pote de témpera blanca que lo aclara todo. Es increíble cómo siendo la noche tan oscura y tan pesada, pueda terminar siendo este cielo tan claro.
Ya el café con leche no me sabe como antes. Debe ser que ya me están pegando estos dos días que llevo sin dormir. Lo peor es que el acto de acostarme en una cama y conciliar el sueño no se ve cercano tampoco. Se me hace como muy costoso. Como que tienen razón los chinos esos, que se la pasan hablando maravillas del poder mental. En mi caso no es una maravilla, claro. Es una maldición que disfruto.
Sí, ya creo que estoy afectado, esto no puede ser normal. Ya he perdido el apetito y, por lo menos, un par de kilos. Pero sigo sin dormir. Y todo por esto en lo que no he dejado de pensar. Este arrepentimiento que creí superaría en cuestión de tiempo. Mi mamá me dijo que no me preocupara, que el tiempo todo lo arreglaba; pero qué va mamá. Aunque siempre he pensado que los viejos tienen siempre la razón, creo que, por esta vez, te pelaste. Porque el tiempo para mí no pasa, no siento su sanador efecto progresivo. Pareciera que viviera inmerso en una fotografía y, aunque el reloj continúe en su suma infinita de segundos, yo sigo atascado en ella. Es por eso que creo que, para mí, el tiempo no pasa.
Hoy creo que no iré a la universidad, ya mi rostro parece una máscara de esas de Venecia: escalofriante por lo rígida, por su economía del movimiento, por su egoísmo de gestos. Aunque igual no sé. Seguro cuando vuelva siempre habrá un pajúo que me pregunte por qué no fui hoy. Y a mí ya se me agotaron las respuestas falsas. No tengo energía para maquinar esa entidad maligna pero recurrente de la mentira. Mejor voy y digo que me quedé hasta tarde estudiando.
La verdad es que hasta dudo que me crean, porque mi aspecto es bastante deplorable. No me he visto en el espejo, pero en este par de días, la gordita de la caja de la panadería ya me está comenzando a ver raro. Creo haberle escuchado decir al que sirve los cafés algo así como que “ese muchachito como que está en drogas”, obviamente refiriéndose a mí. Y hablando de drogas, ¿será que me compro algo en Farmatodo? ¿Será que algo puede aliviarme este dolor tatuado en mi cabeza? O más bien será que necesito ayuda especializada, como dicen en la televisión. No sé, no sé y no sé. Esto es lo que me tiene así, esta incertidumbre y el desgano por no vencerla.
Me arrepiento y punto, ya está. Quiero pasar esta página de una puta vez. Aceptarlo y seguir con mi vida así me siga culpando por esto que no pasó y nunca pasará. Si ella supiera esto que estoy pasando, si ella me viera en este estado, creo que hasta pensaría que ya estoy loco, porque yo no me engaño: yo sí que lo pienso. Pero debo dejar de pensar. Voy a arrastrarme a la universidad, a imaginarme que yo mismo me empujo y me meto en el carro, iré, hablaré con alguien y, si es desconocido, mejor. Pero esto tiene que acabarse, tengo que salir de esta fotografía e insertarme en el video de la vida, cueste lo que cueste. Así cueste olvidarla y bloquearla de mi memoria. Así cueste nunca recordar más su olor cuando la tenía cerquita, cuando llegué a la distancia del beso y no hice nada.
Ya el café con leche no me sabe como antes. Debe ser que ya me están pegando estos dos días que llevo sin dormir. Lo peor es que el acto de acostarme en una cama y conciliar el sueño no se ve cercano tampoco. Se me hace como muy costoso. Como que tienen razón los chinos esos, que se la pasan hablando maravillas del poder mental. En mi caso no es una maravilla, claro. Es una maldición que disfruto.
Sí, ya creo que estoy afectado, esto no puede ser normal. Ya he perdido el apetito y, por lo menos, un par de kilos. Pero sigo sin dormir. Y todo por esto en lo que no he dejado de pensar. Este arrepentimiento que creí superaría en cuestión de tiempo. Mi mamá me dijo que no me preocupara, que el tiempo todo lo arreglaba; pero qué va mamá. Aunque siempre he pensado que los viejos tienen siempre la razón, creo que, por esta vez, te pelaste. Porque el tiempo para mí no pasa, no siento su sanador efecto progresivo. Pareciera que viviera inmerso en una fotografía y, aunque el reloj continúe en su suma infinita de segundos, yo sigo atascado en ella. Es por eso que creo que, para mí, el tiempo no pasa.
Hoy creo que no iré a la universidad, ya mi rostro parece una máscara de esas de Venecia: escalofriante por lo rígida, por su economía del movimiento, por su egoísmo de gestos. Aunque igual no sé. Seguro cuando vuelva siempre habrá un pajúo que me pregunte por qué no fui hoy. Y a mí ya se me agotaron las respuestas falsas. No tengo energía para maquinar esa entidad maligna pero recurrente de la mentira. Mejor voy y digo que me quedé hasta tarde estudiando.
La verdad es que hasta dudo que me crean, porque mi aspecto es bastante deplorable. No me he visto en el espejo, pero en este par de días, la gordita de la caja de la panadería ya me está comenzando a ver raro. Creo haberle escuchado decir al que sirve los cafés algo así como que “ese muchachito como que está en drogas”, obviamente refiriéndose a mí. Y hablando de drogas, ¿será que me compro algo en Farmatodo? ¿Será que algo puede aliviarme este dolor tatuado en mi cabeza? O más bien será que necesito ayuda especializada, como dicen en la televisión. No sé, no sé y no sé. Esto es lo que me tiene así, esta incertidumbre y el desgano por no vencerla.
Me arrepiento y punto, ya está. Quiero pasar esta página de una puta vez. Aceptarlo y seguir con mi vida así me siga culpando por esto que no pasó y nunca pasará. Si ella supiera esto que estoy pasando, si ella me viera en este estado, creo que hasta pensaría que ya estoy loco, porque yo no me engaño: yo sí que lo pienso. Pero debo dejar de pensar. Voy a arrastrarme a la universidad, a imaginarme que yo mismo me empujo y me meto en el carro, iré, hablaré con alguien y, si es desconocido, mejor. Pero esto tiene que acabarse, tengo que salir de esta fotografía e insertarme en el video de la vida, cueste lo que cueste. Así cueste olvidarla y bloquearla de mi memoria. Así cueste nunca recordar más su olor cuando la tenía cerquita, cuando llegué a la distancia del beso y no hice nada.
Comments
no se si es que hay un tiempo determinado a yo ya estoy pasada pero medio ando como tu??? y un par de kilitos son 5 ya!! algo bueno por lo menos
jejejejejeje
me encanta como escribesss, de pana q me identifico burda con lo q dices!!!!
vamos a ver cuanto es es tiempo q lo "cura" todo
Vamos, que si lo que escribes es verdad, espero que te recuperes y si, el tiempo lo cura todo, la cuestion es tener el valor suficiente para afrontar ese paso del tiempo sin desfallecer.
Un abrazo.
cuánta gente puede resumirse en una sola frase? En este caso somos dos
Que buen escritor eres, soy minhe del Mundo en 17 Pulgadas (zonaminhe.blogspot.com) Besos :)
Nos estamos leyendo ...
...me dejaron por otra vic :(...
tqm y sigue asi amigo mio!
anita