Lo otro


La vaina comenzó cuando me escribió un mensajito, diciéndome que iba a venir a pasar el fin de semana en Caracas. Después que se graduó, se fue a trabajar a su tierra, a Maracay, y tú sabes que ella y yo siempre habíamos tenido nuestro cable pelao, ¿sabes? Entonces un día estábamos hablando por Messenger, y me contó que había terminado con su novio de por allá, y que pensaba pasar por Caracas para hacer unas diligencias en la embajada de Canadá, porque pensaba estudiar un postgrado en ese país. Entonces, nada, le dije que me avisara cuando estuviera por acá por Caracas: “pa ver si cuadramos algo”. La caraja como que se pilló la indirecta, ¿sabes?, y me dijo: “si va! te aviso cuando este por alla”.

En otro mensajito, que me llegó la tarde del sábado, decía que iba a rumbear esa noche con unos amigos en Vintage. Y, aunque tú bien sabes lo que detesto rumbear un sábado en el San Ignacio, le dije “fino nos vemos esta noche entonces”. Todo sea por unos besos, meterle mano y hasta quién sabe qué carajos podía terminarle haciendo esa noche.

Llegué al San Ignacio a eso de las 11 y media, y la llamé para preguntarle si ya habían llegado. Me dijo que sí, que me esperaba en la puerta del local por si los seguridad se ponían popy. Subí entonces las escaleras mecánicas y de lejos ya podía verla en la entrada. Mientras más me acercaba, mejor la podía detallar y la verdad es que hasta estaba más chévere de lo que pensaba. No sé si era el maquillaje o cómo estaba vestida, pero la verdad es que estaba bien chévere, bicho. La vi, habló con el seguridad y en seguida me dejó entrar. Una vez adentro me saludó como que muy cariñosa, lo digo porque el abrazo como que duró mucho y la verdad es que hasta me apretó burda. “Jejeje -pensé-, ¡esto está listo papá!”. Hablamos un rato antes de saludar a sus amigos y la caraja hasta me miraba raro, ¿sabes?, como cuando los culos quieren. Yo siempre he dicho que cuando una caraja quiere, la mirada le cambia pa’l coño, de pana que hasta intimidan.

Me presentó a sus panas: un gordito que se creía que era el rey del reguetón, una amiga con cara de puta, pero que estaba bien fea, y una gordita bien pana y que no estaba tan mal, si te soy sincero. Bueno le caigo a ésta si la otra no me para bolas, pensé, pero marico, ¡es que de bolas que iba pa’lante con la caraja!, ¿sabes? La forma en la que me miraba y cómo me hablaba cerquita… ¡Dios! Hasta sus panas se pillaban la vaina, bueno, todos menos el gordito que se ponía como loco cuando ponían cualquier vaina que cantara Daddy Yankee.

Como a las dos de la mañana la vaina se puso medio chimba porque el maldito Dj lo que ponía era trance y pura música electrónica, ¿sabes? Esa maldita música que no te deja bailar con la caraja y ni siquiera hablar aunque sea un ratico con ella. Estaba maltripeando hasta que el carajo se dignó a poner merengue. ¡Ahora sí voy a bailar con ella!, pensé, y cuando menos lo esperaba me agarró la mano y me llevó a un sitio que no estaba tan full y bailamos. Bailamos cerquita y burda de sádico, la verdad es que bailaba muy bien. Siempre he pensado que hay una relación “directamente proporcional” entre la forma en que baila una caraja y cómo tira. Sé que suena burda de galla la vaina pero tú me entiendes, ¿no? Y la verdad es que, si esa ley se aplicaba a esta caraja y terminábamos tirando después, la íbamos a pasar del carajo.

Seguimos bailando mientras sentía cerquita su cuerpo caliente. Ahora sonaba Olga Tañón con una de sus canciones pajúas y, cuando busqué su cara, vi que me miraba más sádica que nunca. Te lo juro que hasta me cagué y todo, nunca la había visto así. Entonces ella acercó sus labios a los míos, explotando finalmente todo el queso que nos teníamos. Nos dimos los besos un rato largo, besos sádicos marico, besos full porno. Por un momento me pregunté si estábamos haciendo todo un espectáculo en el medio de la discoteca. Pero, si te soy sincero, tampoco me importó lo que pensaran los demás. Perros a cagar, bicho. Por un momento ella dejó de besarme y me miró con toda su cara sádica, créeme que esa cara pedía sexo. Se me quedó mirando por un rato largo como esperando que le dijera algo. Automáticamente le dije “Vámonos”, mientras le agarraba la mano y me la traía para la salida. “Dame un chance para despedirme de mis amigos”, me dijo casi rogándome porque se dio cuenta de que yo estaba un pelo desesperado. Le dije que sí y le solté la mano. “Te espero afuera”, le dije.

Estando afuera comencé a impacientarme porque ya había pasado como que demasiado tiempo y me cagaba que se apagara la cosa entre los dos. Luego me di cuenta que no, porque salió, me tomó la mano y seguía con su cara sádica. Buscamos el carro en el estacionamiento con las manos agarradas. Prendí el carro y le acaricié su pierna izquierda diciéndole que para dónde íbamos. Me dijo que no había ningún problema en ir a la casa de su prima, que era donde se estaba quedando. No hablamos más durante el camino hasta Los Palos Grandes. Llegamos y volvimos a besarnos como locos en el ascensor. No podíamos más, la verdad es que los dos estábamos desesperados por empezar a meternos mano y quitarnos la ropa y todo lo demás.


Todo estuvo del carajo, man. Sólo te diré que la caraja cumplió a cabalidad la relación del baile con el sexo, jajaja.


A eso de las seis y media de la mañana me paré para buscar el celular porque sonaba con el pitico ese de cuando llega un mensajito, “a lo mejor es mi vieja que se preocupa cuando salgo hasta tan tarde”, pensé, y la verdad es que el celular ya llevaba tiempo sonando y me daba paja que la caraja se fuera a levantar. Porque se veía que dormía sabroso. Incluso después de buscar y callar al celular, me quedé mirándola mientras dormía. Ahí fue cuando me empecé a sentir medio raro. Entonces fue cuando me cagué, porque la verdad es que no podía identificar lo que sentía, o en verdad sí lo podía identificar pero me cagaba, ¿sabes? Me cagaba que pudiera por terminar agarrándole mas cariño de lo que debía a la caraja, no sé si me entiendes. No vale, nada que ver, ¿qué carajo estoy diciendo? Más bien estaba lleno de ese orgullo todo masculino que uno siente después de haberse cogido un culito, ¿sabes? Sí, sí, yo creo que era eso. Bueno… espero que sea eso, y no lo otro…

Comments

Anonymous said…
Ya te fregaste... en el momento en que uno piensa en "lo otro" ya no hay para donde correr :S
Minos said…
hahahaha, explotando el folklore venezolano, mi pana.
Anonymous said…
que broma mi querido vic..ud se j@d!@ nuevamente...jejeje
Anonymous said…
que broma mi querido vic..ud se j@d!@ nuevamente...jejeje
Unknown said…
volví. Tú, definitivamente, eres camaleónico con tu blog. Una sorpresa total, sobretodo este post...se sufre pero se goza, no?

Besos
Ana Sosa M. said…
jjajajaj wow estoy en shock## doesnt look like fiction to me.. wow... who was that? y por qu[e no me habias contado nada? jajajaj co;o vic, me entero de tu vida por tu blog. cuando es q llegas a caracas? no era el domingo? hoy te llame como 3 veces a tu casa y 2 al celular pero me cayo directo tu grabadora. damn!
respondeme vic@
Bibi said…
Un tipico venezolano....
Anonymous said…
Ay Victor, perdona que rebata tu tesis de "a buena bailadora buena cama", al menos en lo que a hombres se refiere, que va!!! la regla de tres no es directa sino inversa!!! Tengo dos casos que lo confirman panita: uno que bailaba demasssssssssssiado bien pero en la cama!! que sueño!!! el otro, sordo de las dos piernas en posición vertical, pero en la horizontal, no hay quien le gane!!

Los siento por ti, rodaste!!!!
Anonymous said…
Jajajajaja!!!!! Burda de caraqueño nooooo?

Me dio un respirito con aquello de que te cagaste jejeje!!! los hombre tambien se cagan, que bueno!
Excelente! Vivencial! Con lenguaje de pavo caraqueño super coloquial!!!
Buenìsimo
Liz

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