Receta para vencer a la soledad
Si por alguna razón usted se encuentra luchando contra la soledad, pero siente que, por más que lo intente, teme no poder vencerla, entonces haga lo siguiente:
1. Reúna los siguientes ingredientes:
- Un fósforo
- Una vela
- Un disco de jazz (de Thelonious Monk, preferiblemente)
- Un sacacorchos
- Una copa
- Una botella de vino (de Merlot, preferiblemente)
- Un bolígrafo
- Una libreta
- Un sentimiento o una idea (cualquiera de los dos sirve)
2. Prenda la vela con el fósforo y colóquela en un sitio donde se sienta cómodo escribiendo (no se preocupe, ya sabrá por qué).
3. Vaya a la cocina y busque el sacacorchos, abra la botella de vino y sírvase.
5. Dele play al CD de jazz. (Debe poner el reproductor de CD a un volumen bajo, ya sabrá por qué).
4. Apague todas las luces de su apartamento o casa.
5. Vaya con su copa, llena de un tercio de vino, y siéntese cerca de la vela prendida.
6. Tome el bolígrafo y escriba sobre esa idea o ese sentimiento que necesita ser traducido en letras. (Usted puede luego postear eso en un blog, si es que lo tiene. Pero no se preocupe si no tiene uno. Usted escriba, que es lo importante.)
7. Tome de su copa y haga pasear al vino por toda su boca. Cierre los ojos. Deje que el vino acaricie los dientes, que arrulle a su lengua. Permita que el gusto sea el único sentido activo en su cuerpo. Trague.
8. Ahora, y con el leve sabor que el vino le dejó en su boca, lea en voz alta lo que acaba de escribir. No intente corregirlo. Póngale melodía a lo que acaba de escribir. Cántelo, por qué no.
Ok pero, ¿por qué escribir bajo la luz de una vela? Usted tiene el legítimo derecho de preguntarse. Pues porque es un ejercicio íntimo, introspectivo; es un anacronismo ciertamente encantador. Cuando uno escribe así uno escribe para uno mismo. La luz de la vela alcanza para que uno sea el único lector de lo que está escribiendo.
Pero también usted pudiera alegar que es que pareciera que uno estuviese escondiéndose de algo, cosa que es verdad. Sin embargo, usted no se está escondiendo de la soledad, usted se está ocultando de ella. Pero no crea que es una manera pasiva y cobarde de enfrentársele. Para nada. Usted la está engañando. Verá, la soledad es una vieja flaca y amargada que se viste de negro y que hurga por las noches en las casas de sus víctimas, los solitarios.
Ella, muy probablemente, pase por su casa esta noche. Se asomará y verá todo a oscuras. Se irá contenta, pues creerá que usted se ha acostado en su cama sintiéndose solo y miserable. Ella creerá que usted ha llorado al reconocerse incapaz de vencerla. Pero no. Usted estará escribiendo, cantando, oyendo el piano de Thelonious y tomando vino de lo más sabroso, a oscuras. Usted estará creando con su idea y desahogándose con su sentimiento. Usted estará, en secreto, conspirando contra ella. Conspirando para vencerla.
Siga al pie de la letra esta receta, pero siéntase también libre de añadirle su toque personal: hay personas que han añadido lonjas de jamón serrano y chocolate a la receta y me dicen que les ha quedado muy bien; incluso hay otros que ponen la vela en el suelo y escriben desde allí, acostados, imagínese usted.
Al final descubrirá entonces lo placentero que se siente, cuando uno aún solo, logra vencer a la soledad.
(Y sin que ella lo sospeche.)
1. Reúna los siguientes ingredientes:
- Un fósforo
- Una vela
- Un disco de jazz (de Thelonious Monk, preferiblemente)
- Un sacacorchos
- Una copa
- Una botella de vino (de Merlot, preferiblemente)
- Un bolígrafo
- Una libreta
- Un sentimiento o una idea (cualquiera de los dos sirve)
2. Prenda la vela con el fósforo y colóquela en un sitio donde se sienta cómodo escribiendo (no se preocupe, ya sabrá por qué).
3. Vaya a la cocina y busque el sacacorchos, abra la botella de vino y sírvase.
5. Dele play al CD de jazz. (Debe poner el reproductor de CD a un volumen bajo, ya sabrá por qué).
4. Apague todas las luces de su apartamento o casa.
5. Vaya con su copa, llena de un tercio de vino, y siéntese cerca de la vela prendida.
6. Tome el bolígrafo y escriba sobre esa idea o ese sentimiento que necesita ser traducido en letras. (Usted puede luego postear eso en un blog, si es que lo tiene. Pero no se preocupe si no tiene uno. Usted escriba, que es lo importante.)
7. Tome de su copa y haga pasear al vino por toda su boca. Cierre los ojos. Deje que el vino acaricie los dientes, que arrulle a su lengua. Permita que el gusto sea el único sentido activo en su cuerpo. Trague.
8. Ahora, y con el leve sabor que el vino le dejó en su boca, lea en voz alta lo que acaba de escribir. No intente corregirlo. Póngale melodía a lo que acaba de escribir. Cántelo, por qué no.
Ok pero, ¿por qué escribir bajo la luz de una vela? Usted tiene el legítimo derecho de preguntarse. Pues porque es un ejercicio íntimo, introspectivo; es un anacronismo ciertamente encantador. Cuando uno escribe así uno escribe para uno mismo. La luz de la vela alcanza para que uno sea el único lector de lo que está escribiendo.
Pero también usted pudiera alegar que es que pareciera que uno estuviese escondiéndose de algo, cosa que es verdad. Sin embargo, usted no se está escondiendo de la soledad, usted se está ocultando de ella. Pero no crea que es una manera pasiva y cobarde de enfrentársele. Para nada. Usted la está engañando. Verá, la soledad es una vieja flaca y amargada que se viste de negro y que hurga por las noches en las casas de sus víctimas, los solitarios.
Ella, muy probablemente, pase por su casa esta noche. Se asomará y verá todo a oscuras. Se irá contenta, pues creerá que usted se ha acostado en su cama sintiéndose solo y miserable. Ella creerá que usted ha llorado al reconocerse incapaz de vencerla. Pero no. Usted estará escribiendo, cantando, oyendo el piano de Thelonious y tomando vino de lo más sabroso, a oscuras. Usted estará creando con su idea y desahogándose con su sentimiento. Usted estará, en secreto, conspirando contra ella. Conspirando para vencerla.
Siga al pie de la letra esta receta, pero siéntase también libre de añadirle su toque personal: hay personas que han añadido lonjas de jamón serrano y chocolate a la receta y me dicen que les ha quedado muy bien; incluso hay otros que ponen la vela en el suelo y escriben desde allí, acostados, imagínese usted.
Al final descubrirá entonces lo placentero que se siente, cuando uno aún solo, logra vencer a la soledad.
(Y sin que ella lo sospeche.)
Comments
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado"
(como le cantaria el pana Jorge)
Al comienzo me hizo recordar a las instrucciones de Cortazar..... excelente veettee
De hecho, a mí me cae burda de bien. Es una excelente compañera, cuando uno sabe llevarse bien con ella, claro. Nunca le he tenido miedo porque la mayor parte de mi corta vida he estado en soledad.
Creo que lo importante, y que lo comprendí mejor al ver una película que ahora no recuerdo y que voy a citar, es saber que "todos estamos solos, pero al menos estamos juntos en eso".
Igual me parece una encantadora idea esto de la vela, el vino y el jazz. Sobre todo para recordar que estar solo es estar con uno. Y que mientras eso siga así todo está bien. Lo malo es no estar con uno...
Un abrazo,
D.
(ojo: no se nada de vinos pero ese me gusta :P)
....
Yo me imagino a mi conciencia como un tipo cínico que fuma, y tu soledad es una jeva flaca vestida de negro.
'tamos locos, querido
abrazo!
Pregunta 2: ¿Cómo hago si no puedo tomar vino (me da jaqueca) y le tengo miedo a la oscuridad?
Estoy fascinada con este texto!