La magia de escuchar un disco (de principio a fin)
Uno de los atributos más atractivos y poderosos de la música es su generosidad. La música da para todo: para entretenernos, para bailar, para cantar, para llorar, para comer, para hacer el amor, para estudiar, para viajar en carretera, para dormir; en fin, allí radica lo espléndido de este maravilloso arte. Como dijo un escritor colombiano cuyo nombre no recuerdo: “si acaso hubiese algo mejor que escuchar música, sería hablar de música”.
Quien haya tenido el inmenso privilegio de conocerme y el invalorable lujo de conversar conmigo sabrá que puedo defender esa frase con la vida misma si es necesario. A mí me encanta conversar con alguien, pero me apasiona hablar de música. En este blog he demostrado que me gusta escribir de música también. En esta ocasión, intentaré desarrollar una reflexión escrita sobre escuchar música.
Hay infinitas formas de escuchar música.
Sin embargo, esta reflexión se centrará en una bastante precisa y mágica: escuchar un disco de principio a fin. Es innegable que, en la actualidad, el tiempo para escuchar con la debida atención todo un disco se nos ha hecho todo un lujo. En nuestras ocupadas y aceleradas vidas, dedicar 45 minutos o más para escuchar la música de un solo artista se ha convertido en una especie de costumbre tan antigua como la de escuchar un vinyl.
La posibilidad de quemar CD's en nuestras computadoras nos permite editar discos con canciones de varios artistas. En nuestros iPod’s, podemos darle a la opción de shuffle y escuchar inverosímiles mezclas de canciones de diferentes grupos. Con Itunes –o Windows Media Player, en su defecto- también podemos programar listas de canciones variadas. La selección dependerá estrictamente de nuestros gustos y de nuestro estado de ánimo cuando vayamos a escuchar esas canciones.
El hecho es que la dinámica cotidiana nos ha hecho prescindir del placer que ha motivado escribirles esto: escuchar un disco completo. Cuando era chamo y me quedaba pegado con un disco, podía escucharlo completo varias veces en un mismo día. Ok, reconozco que en esa época uno tenía tiempo de sobra, el punto es que uno de los factores que influyen directamente en escuchar un disco de principio a fin es que, primero que todo, te tiene que gustar bastante. Y en estos días, con la crisis de las disqueras acentuada por la piratería, los músicos parecieran esforzarse más en hacer una buena canción –lo que se conoce como single, en jerga de mercadeo- que desarrollar un buen disco.
Por supuesto que se siguen editando buenas producciones que se pueden disfrutar de pies a cabeza, pero nada sustituye a los clásicos: discos que le han ganado la batalla al paso del tiempo debido a que son verdaderas obras maestras de la música.
La invitación que pretendo hacerles es que tomen un buen disco y, cuando tengan tiempo, ofrézcanse el placer de escucharlo desde el comienzo hasta el final. Escúchenlo con los audífonos puestos, con dedicación, apaguen su celular, garanticen que nadie los interrumpa en este íntimo placer. A continuación les enumero algunas consideraciones que podrían enriquecerles la escucha:
1) Traten de analizar por qué el artista decidió establecer ese orden para sus canciones. Piensen en las primeras canciones de un disco: ¿Alguna vez se han preguntado por qué Virtual insanity es la primera canción de Travelling without moving de Jamiroquai? ¿Por qué el Wish you were here de Pink Floyd abre con Shine on you crazy diamond? ¿Por qué El chillido de los taxis es el primer tema que canta Cayayo en el único disco que editó Dermis Tatú?
2) Sientan la magia de una canción célebre dentro el contexto del disco donde fue editada. Sientan el contraste que separan o acercan a las canciones que se han dispuesto una tras otra. Sientan esos segundos de anticipación cuando termina Taxman y comienzan a escucharse los gloriosos cellos de Eleanor Rigby. Disfruten Light my fire luego de Alabama Song, en el disco homónimo de The Doors. Deléitense con Stairway to Heaven luego de haber escuchado las tres canciones que la anteceden en IV (Led Zeppelin).
3) Identifiquen el sonido general de un disco. Eso que los entendidos llaman el "concepto" de una producción artística. Reconozcan la jodedera caraqueña del The new sound of the venezuelan gozadera (Los Amigos Invisibles), la irreverencia urbana del Plomo revienta (Desorden Público), la intensa melancolía del unplugged de Nirvana, la genialidad sicodélica del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de The Beatles.
4) Al final de escuchar el disco, pregúntense: ¿No sienten que las canciones les suenan placenteramente distintas? ¿No sienten que admiran aún más al artista creador de esas magníficas obras? ¿No sienten que disfrutan más sus canciones favoritas dentro del contexto en el que fueron hechas?
La respuesta a todas esas interrogantes pudiera recaer en una sola palabra: magia.
Es la magia de la música.
Quien haya tenido el inmenso privilegio de conocerme y el invalorable lujo de conversar conmigo sabrá que puedo defender esa frase con la vida misma si es necesario. A mí me encanta conversar con alguien, pero me apasiona hablar de música. En este blog he demostrado que me gusta escribir de música también. En esta ocasión, intentaré desarrollar una reflexión escrita sobre escuchar música.
Hay infinitas formas de escuchar música.
Sin embargo, esta reflexión se centrará en una bastante precisa y mágica: escuchar un disco de principio a fin. Es innegable que, en la actualidad, el tiempo para escuchar con la debida atención todo un disco se nos ha hecho todo un lujo. En nuestras ocupadas y aceleradas vidas, dedicar 45 minutos o más para escuchar la música de un solo artista se ha convertido en una especie de costumbre tan antigua como la de escuchar un vinyl.
La posibilidad de quemar CD's en nuestras computadoras nos permite editar discos con canciones de varios artistas. En nuestros iPod’s, podemos darle a la opción de shuffle y escuchar inverosímiles mezclas de canciones de diferentes grupos. Con Itunes –o Windows Media Player, en su defecto- también podemos programar listas de canciones variadas. La selección dependerá estrictamente de nuestros gustos y de nuestro estado de ánimo cuando vayamos a escuchar esas canciones.
El hecho es que la dinámica cotidiana nos ha hecho prescindir del placer que ha motivado escribirles esto: escuchar un disco completo. Cuando era chamo y me quedaba pegado con un disco, podía escucharlo completo varias veces en un mismo día. Ok, reconozco que en esa época uno tenía tiempo de sobra, el punto es que uno de los factores que influyen directamente en escuchar un disco de principio a fin es que, primero que todo, te tiene que gustar bastante. Y en estos días, con la crisis de las disqueras acentuada por la piratería, los músicos parecieran esforzarse más en hacer una buena canción –lo que se conoce como single, en jerga de mercadeo- que desarrollar un buen disco.
Por supuesto que se siguen editando buenas producciones que se pueden disfrutar de pies a cabeza, pero nada sustituye a los clásicos: discos que le han ganado la batalla al paso del tiempo debido a que son verdaderas obras maestras de la música.
La invitación que pretendo hacerles es que tomen un buen disco y, cuando tengan tiempo, ofrézcanse el placer de escucharlo desde el comienzo hasta el final. Escúchenlo con los audífonos puestos, con dedicación, apaguen su celular, garanticen que nadie los interrumpa en este íntimo placer. A continuación les enumero algunas consideraciones que podrían enriquecerles la escucha:
1) Traten de analizar por qué el artista decidió establecer ese orden para sus canciones. Piensen en las primeras canciones de un disco: ¿Alguna vez se han preguntado por qué Virtual insanity es la primera canción de Travelling without moving de Jamiroquai? ¿Por qué el Wish you were here de Pink Floyd abre con Shine on you crazy diamond? ¿Por qué El chillido de los taxis es el primer tema que canta Cayayo en el único disco que editó Dermis Tatú?
2) Sientan la magia de una canción célebre dentro el contexto del disco donde fue editada. Sientan el contraste que separan o acercan a las canciones que se han dispuesto una tras otra. Sientan esos segundos de anticipación cuando termina Taxman y comienzan a escucharse los gloriosos cellos de Eleanor Rigby. Disfruten Light my fire luego de Alabama Song, en el disco homónimo de The Doors. Deléitense con Stairway to Heaven luego de haber escuchado las tres canciones que la anteceden en IV (Led Zeppelin).
3) Identifiquen el sonido general de un disco. Eso que los entendidos llaman el "concepto" de una producción artística. Reconozcan la jodedera caraqueña del The new sound of the venezuelan gozadera (Los Amigos Invisibles), la irreverencia urbana del Plomo revienta (Desorden Público), la intensa melancolía del unplugged de Nirvana, la genialidad sicodélica del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de The Beatles.
4) Al final de escuchar el disco, pregúntense: ¿No sienten que las canciones les suenan placenteramente distintas? ¿No sienten que admiran aún más al artista creador de esas magníficas obras? ¿No sienten que disfrutan más sus canciones favoritas dentro del contexto en el que fueron hechas?
La respuesta a todas esas interrogantes pudiera recaer en una sola palabra: magia.
Es la magia de la música.
Comments
Cariños
Genial victor!
Que bueno eso que escribes! definitivamente como dices en tu presentaciòn eres un melòmano sin remedio.
De verdad que para mì es difìcil que me enganche tanto en un disco que lo pueda oir completico. Tendrìa que gustarme mucho la verdad!
Por ejem el de EVOLVER de Legend es de los que me han absorbido de principio a fin.
Que viva la mùsica para oìrla, hablar de ella y OJO! regalarla!
Besooos y de nuevo you've got my friend!!!
Yo
vitalistayoptimista
Te cuento que tal
besos
anita